Estás allí, frente a mí.
Una delgada tela
te cubre desde tu cuello
y parte de tus piernas.

Tu pelo largo cae frente a ti
dándole un toque más sensual a la transparencia.
Camino lento
y a cada paso mío tu cuerpo se estremece,
no te has dado cuenta que el mío también lo hace.

Estoy a escasos centímetros,
bajas la mirada con vergüenza y ternura.
Pongo mi mano iaquierda sobre tu hombro,
retiro el cabello de en frente,
entonces queda al descubierto una tela rosa
que se confunde con un color canela.

Mi mano recorre la unión de la prenda,
dejándose caer suavemente por entre tus pechos.
La palma de mi mano pasa por la cumbre de uno de ellos,
te estremeces y siento que endurece.

Meto mi mano entre tu piel y esa tela casi imperceptible,
mi mano se desliza por una curva sobresaliente,
trazada con el más preciso de los compaces.

Llevo mi mano a tu costado y la deslizo hacia abajo,
ha caído en una concabidad perfecta
y al moverla hacia tu espalda,
la convexión de tu cuerpo me exita.

Tu piel es suave,
se han erizado tus poros,
subo mi mano por tu espalda
y luego vuelvo a tu hombro.

Mi mano derecha imita a su hermana
y entre ambas te despojan
de la única prenda que impedía el contacto de tu piel con la mía.

La prenda cae a tus pies,
mis manos van a tu cintura,
te atraigo hacia mi cuerpo,
puedo sentirte entera
y tú sentirme a mí.

Nos sumergimos en un abrazo eterno
y volamos a nuestra propia realidad.


A mi Amada