Vacía realidad llena de sueños imperturbables. Pero ridículamente realizables, sueños que se frustran por incapacidad, incapacidad típica de pensar, de luchar y de crear.
Realidad opacada por pasados “mejores”. Y futuros “aterradores”, no es llamarla presente, es llamarla AHORA.
Realidad frívola, que priva de felicidad, pero la facilita sin límites, brinda amor pero lo esconde como un ratón a su queso.
Enfrentarla con los ojos abiertos es quedarse en la primera estación, la mejor forma de atravesarla es cerrar los ojos… ir a oscuras… solo con tacto… buscar respuestas olfateando, escuchando y viendo con los labios, besando sus sabores y degustando sus texturas, la realidad se diversifica y multiplica a los ojos, los engaña, y los enamora de apariencias. Cogerla por la espalda y sorprenderla es simplemente tenerla en frente con su más penetrante mirada que así los ojos estén cubiertos, se siente. Enfrentarla es sin duda temerosamente valiente, arriesgado y flagelante, pero es la respuesta a todo, al ser, al alma, al tacto y al gusto como al otro y al siguiente.
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