QUE VIVA SHANGÓ SEÑORES!!

Desde pequeño, le sucedieron cosas inexplicables en su momento, pero con el paso de los años y el tropezar con diferentes piedras, casi se convirtió en costumbre y se hizo la idea, que sería golpeado por los demás en el transcurso de su vida, como una especie de pera de boxeo, que por el uso, se va poniendo suave, hasta que adquiere una consistencia casi complaciente. Recordaba por ejemplo, como el italiano al cual le diseño y construyó cinco tiendas simultáneas en Parque Cristal, se voló con todo el dinero de las ganancias, aunque no era de sorprender ya que esa era su costumbre; incluso al mismo judío dueño del edificio, cosa increíble, logro birlarle varios cientos de miles. Luego el dominicano, que pregonaba jamás haber robado un céntimo a nadie, al invitarlo solo para matar el aburrimiento para que lo acompañase a compartir anécdotas y esperar que bajase el sopor de las tardes costeras conversadamente con un café recién colado por la negra Eufemia, la puta más amable de aquel caserío. Años después le movía a la risa el hecho de que siempre mencionara que no existía el primero que lo señalara de una acción poco honrada pero desde su nacimiento lo habían bautizado con el nombre de “Segundo”. El dominicano finalmente cobró para si, el puente que había construido y puso pies en polvorosa con los beneficios obtenidos dejando solo el pelero. Tiempo después y en ese rosario interminable de contrariedades, un inteligente negro del callao, ingeniero, pero al mismo tiempo abogado, combinación mortal para los bolsillos de los asociados como quedó finalmente demost5rado en la práctica. Mas tarde el viejo coronel y el, formaron un equipo por más de un lustro: El uno trabajaba y el otro cobraba. Al final liquidó desequilibradamente lo que sería su último trabajo. Por el hecho de compartir su infatigable afición por las mujeres, aprendió los mejores trucos practicados durante tres décadas por un verdadero maestro de ingeniosas infidelidades. De todos modos fue un tiempo en extremo divertido y como siempre sucede en esos casos, al final del curso, el discípulo planteo una tesis impecable que supero al maestro, graduándose con todos los honores!
Por eso al cumplir el medio siglo, se preguntaba cuándo sería la hora en que dejaría de vender a crédito y cobrar de contado. Pero como solo existe el momento preciso, ni antes ni después, como solo le sucede a los iluminados, después de tres días tumbado en la cama titiritando de la fiebre, entendió en un instante el rompecabezas que había intentado descifrar durante toda su vida. Comprendió por qué el ser que más le había querido le había dejado aquella pesada cadena de oro del grueso del dedo meñique, con una medalla casi como un plato pequeño, con la figura en alto relieve de la divinidad sosteniendo una espada y en la otra una copa cuyo vino era representado por un rubí del tamaño de un grano de maíz. Había soportado penas, desengaños, sufrimientos en una secuencia despiadada, casi interminable, pero todo finalmente había ido a coincidir en un solo instante y cerrarse como en un ciclo: La aparición por fín del amor en su vida y otra serie de hechos que sucedían casi simultáneos. Se despertó en la madrugada por el olor de una nube de humo azul con olor a habanos y una canción que se repetía una y otra vez rompiendo el silencio de la madruga: Virgen venerada y pura, Santa Barbara bendita, nuestra oración favorita llevamos hasta tu altura: Que viva shangó, que viva shangó, que viva shangó señores!!!
En la acera de enfrente un inmenso altar blanco y púrpura, con frutas vinos y flores, era venerado por media docena de babalawos venidos de varios puntos de las antillas y el más viejo de ellos fue quien cincuenta años atrás le había entregado a su ancestro en Nueva York, la cadena de oro que ahora le colgaba del pecho, iluminando la madrugada de aquel cuatro de diciembre, mientras otro ahijado había sido abandonado en ese mismo instante para siempre, en medio de una tempestad de mierda…

Caracas, 04 Diciembre de 2007