Inevitable describir la cantidad de sensaciones que me atraviesan de punta a punta, corriendo todas ellas por el torrente sanguíneo, creando a su antojo montañas de ilusiones y de emociones que no podría definir, y desdibujando toda esa tranquilidad que creía haber encontrado al fin. Respiro profundo buscando ese aire que me hace falta, cargado de oxígeno.. ese que sea el aliento que me falta a la hora de dar un paso más. Sin embargo, al respirar hondo solo me llegan la aspereza de las cenizas del pasado, el olor a humedad de una historia vieja, y nuevamente esa sensación de vacío irremediable de no saber como seguir. Aparecen, desaparecen y reaparecen los miedos y los temores que burlandose de lo que creo tener por seguro, regresan una y otra vez para recordarme, casi animosamente, que vienen para no irse más de acá. Indecisiones entendidas como decisiones que se vuelven incomprensibles. Todo vuelve a ser un desentendimiento propio, con el que cargo desde muy adentro, y poco saco afuera... como si un huracán hubiera pasado por todo dentro mio y tardó solo unos pocos segundos en desestabilizar lo que llevó largo tiempo poner en calma. Negativa a la posibilidad de un cambio, pero sabiendo que atrás no voy a volver. Parada en medio de una encrucijada.. donde lo único que me falta es valor y coraje para afrontar la realidad... una realidad que se vislumbra entre una nebulosa que no me deja ver más allá del pie que me lleva al paso siguiente. Caminando temerosa. Más del tiempo que preferiría estoy escondida adentro de mi misma. Encerrada en un personaje que todos conocen y que a mi me desconoce. Solo ahí adentro voy a encontrar la forma de seguir sin mirar más allá. Sin miedo a tomar el camino inconrrecto.. y volviendo a entender que yendo para adelante es la única manera de llegar a algo. Equivocando el camino, o acertándolo. Pero caminándolo.





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