Inicio / Cuenteros Locales / cheyenne / ¤ Cuando te conocí
Mientras tiraba piedras a una casa del gobierno te conocí Atisha, caíste de rodillas ondeando tus manuscritos.
Tus ojos rompieron a llorar, temblorosa frente a esa maquinaria que iban contra ti. Te faltaron fuerzas. Todos corrían haciendo trampas a una protesta que creímos justa, tu estabas allí empapada sin más ánimos de luchar, extendiendo tus manos, señalando que poco te importaba que pasaran sobre ti.
Recogí tus manos antes que la milicia, no te di tiempo de preguntarte que pasaba.
-hey, hey suéltame- reclamaste
no podía hacerlo Atisha y te lleve hasta el puente lejos de todo. Tú que no te desvaneciste en ninguna parte, te desvaneciste allí. Lloraste como niña, jamás había visto llorar tanto. Sacaste no se de donde una botellita de ron. A borbotones bebiste en silencio sin contener el llanto.
-Me llamo Atisha – dijiste. Yo estaba sentado dibujando en la tierra que seguía al río
Me observaste un rato, como si quisieras reconocerme
-nunca te he visto- dijiste
y yo que aún no entendía como una mujer tan sencilla como tu tenía tanta fuerza.
Me acerque y me arrodille hasta ti.
- Atisha, ¿estas loca?, te pudiste haber matado- te dije con rabia
y tu que ya sabías todo el sermón te apresuraste aclararme
- Yo estaba dispuesta a morir, y tú dispuesto a salvarme. Yo hice bien mi trabajo y tú el tuyo. No me recrimines- dijiste y sonreíste vagamente ofreciéndome tu bebida.
Saliendo del puente Atisha caminamos por avenida de mayo, entramos al único bar que tenía una chimenea. Allí secamos nuestras ropas, reímos por nuestro destino y lloramos con ginebra.
Nos fuimos en un carrito lleno de cebollas y mala música. Te miraba incasablemente tratando de no perderme ningún detalle de ti, pero ya habíamos llegado.
Me exigiste que te dejara en una esquina y me diste un número telefónico. Con un beso en la mejilla te llevaste esa madrugada mi más grande admiración
- adiós, ojalá te vuelva a ver- fue lo último que ese día oí de ti
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Texto agregado el 31-03-2004, y leído por 207
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Lectores Opinan |
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19-07-2004 |
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El retrato de sta mujer aguerrida, impulsiva y sin vestigios de complejidad social, ya que bebe como cualquier hombre lo hace, y hasta del pico de la botella me trae a la memoria el mito de los cuatro Hermanas Ayar, sobre todo a MAma Huaco, la contraparte de Manco Capac en el Hurin Cuzco, que era una mujer ahombrada, de cuya ferocidad se dice que llegó hasta matar un guerrero, desollarlo y comerce las viceras delante de un ejercito y este salió corriendo en huída. Esta imagen contrapuesta totalmente a Mama Ocllo, y más aún a la mujer occidental, delicada, fina y prejuiciosa y prejuiciada es la imagen de todas esas mujeres que pueblan el Ande peruano y que es ejemplo de valor en la lucha. Ahora, sobre la lucha, pues como diría el COronel Aureliano Buendía: No sabemos por qué, sólo peleamos. Lo digo porque hay mujeres en ambos bandos de la lucha y cada uno con suspropios idelaes, la lucha no es inutil, pero hay luchas que son guerras y las guerras son de imbéciles. flucito |
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05-04-2004 |
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El retrato de una mujer valiente. Un encuentro con un ser que lleva por la vida las manos en alto y se la juega por ideales que valen en la vida. La banalidad y lo superflúo están ausentes, no hay cabida para esas cosas en este personaje que así como llegó desaparece. Un relato con ribetes de mucha ternura y poesía. Los detalles se leen al margen y se crean hermosos como la protagonista del relato. Mis estrellas. FaTaMoRgAnA |
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