Yo creo que en este mundo de cemento e individualidades colectivamente instaladas, casi todo es como fumarse un cigarrillo o dos al hilo.
Totalmente contradictorio en esencia.
Si analizamos la madeja de la situación, tendrás a la mano un poco de tecnología para el encendido, como para garantizar tu capacidad de dar inicio fácil a las cosas y ocultar tus reales limitaciones.
Te acercas al objetivo, enciendes la mecha, ihnalas fuerte y listo, ya estás fumando. Lo más risible de todo, que será casi sin saber por qué. Como cuando te metes en mil lios, casi sin saber por qué, pero de los líos, ni la ele aparece avisándote.
Luego, todo se acaba de pronto, no tienes tiempo para penurias y a seguir fumando, todo empezó otra vez. Tal cual te obliga el día a día de un mundo de pasajeros subyugados como el de hoy.
Algunos de sus humos te harán lagrimear un poco, pero lo soportarás, algo así como cuando soportaste sentir dolor la primera vez, hablo de aquel dolor que te hizo lagrimear un poco, claro está. Y del cual hace años que ya ni lo tienes sobre la piel.
¿Evitarlo de noche?
Eso si que será como pelearse con la realidad, siempre terminas golpeado a pesar de que lo tienes claro: es una lucha estúpida. No por no poder vencerla, más bien por llegar a tener que pretenderla.
Otros de sus humos, causarán rechazo en los demás, pero dime una cosa, ¿Es acaso fácil convencer a todo el mundo que algo bueno para ti es bueno para todos? Más de una vez pasarás por cegueras similares, terco insistirás en recaudar adeptos para tu defensa, aunque cada uno tenga una posición relativamente incómoda a favor del objetivo que persigues, igual pretenderás convencerles.
Hay cosas por las que igual sigues apostando, a pesar de estar en contra tuya. ¿Cierto?
Y es por ello, que en algún momento, de un modo u otro, también buscarás a quienes compartan tu quehacer, casi instintivamente. Y no por que te sientas solo, es simplemente por querer ser socialmente aceptado, aunque el costo, pase por un disfrute breve y agónico, tan efímero como el fuego sobre el tabaco que se consume delante de tus ojos. ¿O nunca miras lo que te fumas tanto como miras a los demás cuando no encajas?
Un cigarrillo es perfecto para resumir lo que puede ser vivir a medias un tanto entre la vida a mitad, y la mitad que no vives. Atrapado entre la monotonía de múltiples matices y lo de siempre, las acciones sin pensar y las sorpresas que nada producen ya, justamente por que tantas veces fumas, como tantas veces te subes al microbús para ir al trabajo, por las mañanas, respirando el tremendo smog de la vida de todos los días.
Por eso cuando fumo, -y sí que lo hago en demasía-creo que la madeja se desata sobre la base del "seguir siguiendo hacia lo inevitable". Y dímelo a mi si creo o no en que todo tiene un poco de eso, también.
No fumar, es todo lo contrario, por supuesto. |