Recuerdo un cuento que escuché de mi abuela: Eran dos hermanos -relataba-, Ramón y Alfonso, sus propiedades colindaban divididas por caudaloso río. Cierto día tuvieron un altercado muy grande. Alfonso, el mayor de los dos, quedó tan resentido que juró no volver a acercarse a Ramón. Llamó entonces a un carpintero, le indicó el lugar en donde guardaba gran cantidad de tablones de madera y le dijo que no quería volver a saber de su hermano, que construyera algo que lo aislara definitivamente. Mientras, decidió hacer un viaje para olvidar el mal momento que había vivido.
Pasados algunos días, Alfonso regresó a su tierra y lo primero que hizo fue ir a ver la cerca que había construido el carpintero, pero grande fue su sorpresa cuando encontró un puente en lugar del tapiado que ordenó. Y más grande fue la sorpresa cuando vio que su hermano Ramón cruzaba el puente con paso firme y decidido, corría hacia donde se encontraba él y cuando lo tuvo cerca lo abrazó efusivamente. Mientras lo abrazaba le manifestó que al darse cuanta que comenzaban a construir el puente percibió la señal del perdón de su hermano y se sintió profundamente avergonzado por haberlo ofendido. Pidió perdón por la ofensa y los hermanos nunca más volvieron a discutir.
La Navidad es el puente tendido por Dios para acercar a los hombres, de cada uno de nosotros depende si lo cruzamos o no.
La Navidad es la celebración del nacimiento del Niño Dios, es tiempo de amor y de paz, cuando debemos olvidar rencores y perdonar. Desafortunadamente cada quien la celebra y la vive a su manera. Hoy en día más que un acontecimiento espiritual es un hecho comercial.
En algunos casos es tiempo de reposo, para el descanso, tiempo de vacaciones, para otros significa más trabajo de lo acostumbrado porque tienen que atender a los que "celebrar navidad". Por lo general las casas se adornan con luces, las calles y los parques de la ciudad se ven hermosos, coloridos que anuncian gozo y alegría, mientras otros ni siquiera tienen energía eléctrica.
Muchos se esmeran preparando una gran cena para la Nochebuena, mientras otros no tienen un pan. En Navidad se ve a muchos niños reír, abren felices sus regalos y gozan con sus juguetes, pero muchos niños lloran porque no tienen un juguete.
¿Esto es la Navidad? Bulla y alboroto por las cosas que hay que comprar; alegría y risa, despilfarro de los que tienen, rabia y envidia de los que no tienen.
Me decía un amigo: para mí todos los días son como el día de Navidad, todos los días nace el Señor; yo no tengo que esperar que llegue diciembre para dar un abrazo y desear paz; siempre estoy dispuesto a perdonar a quien me ha ofendido, no espero todo un año para abrazarnos y perdonarnos; siempre que puedo hago una obra de caridad y comparto lo que tengo con quien realmente sé que lo necesita.
Navidad siempre será Navidad.
Termino con un cuento que en días pasados aportó Mcavalieri en la Mesa Redonda:
Yo también colaboro con un texto.
Nochebuena
Eduardo Galeano
Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
-Decile a... -susurró el niño-
Decile a alguien, que yo estoy aquí.
En Cancún, costa mexicana del Caribe.
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