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19:00
El sonido del televisor es el unico que invade el ambiente y la luz de la pantalla no es más que el último respiro del día, antes de sumarse por completo en las tinieblas.
Frente a la caja de tubos de rayos catódicos, una figura encorvada y con mas canas que el color de la vida en sus cabellos. Se trata de la señora Smith quien como todos los días, puntualmente a las siete dedica su tiempo a ver su teleserie...

Un par de gatos hacen el papel de los hijos que nunca trajo el tiempo... “perdí el tren” se dice a si misma con un nudo en la garanta... pero a las siete lo único que importa es su teleserie... por ella que el mundo se caiga a pedazos porque en ese departamento ubicado en los suburbios de la ciudad lo único importante es ver la teleserie.

Todo iba bien hasta que los vecinos jóvenes... bueno, no tan jóvenes se trataba de una pareja de treintañeros, ella una tipa de mala muerte y él no es más que un simple narco que nunca figurará en la lista de los más buscados... al menos así me ha contado la señora Smith...
Hasta que los no tan jóvenes vecinos del departamento junto a éste, llegaron con sus ruidosas discuciones.

¡Malditos capitalinos!, con razón nunca les he dirigido la palabra. Nunca me han traído buena espina quien venga de la capital... demasiado humo de cigarro y bocinazos desquician a largo plazo.
Malditos capitalinos, hablando de que todo es malo por el sur o por el norte.
Lo único que es sagrado para mí es la hora de mi teleserie. Pero que dices vieja, eso es blasfemia... "padre nuestro que estás en los cielos..."

Era un espectáculo extraño pero que se repite con frecuencia, además eran los comerciales.
Sin embargo, no importa cuantos rosarios o imágenes del carpintero tenga en casa, la señora Smith es más devota de los culebrones televisivos... son las siete y media de la tarde y nada más le importa. Por un momento los dicensos se desvanecen. No vuela un solo alma que no sea el mundo irradiado por las 14 pulgadas del único amigo fiel de la pobre señora Smith, el televisor.

21:00
Las noticias... otra vez me quedo con las ganas de seguir viendo lo que pasará con José Rodolfo y la pobre María Eliana... no puedo esperar a lo que pasará mañana... ¿qué seguirá mañana?... no, el lunes... hoy es viernes, el segundo viernes del mes. Hay estos años no pasan en vano.
Ya, les daré la última comida a mis querubines y me hiré a la cama...- Unos cuantos pasos en la cocina y la discución comienza nuevamente pero esta vez aún más fuerte.- Como no es posible que un par de jóvenes no puedan vivir en paz, pasan todo el día discutiendo... o al menos mientras estén en ese departamento... no sé si se habrán dado cuenta pero no están en la capital...

Para suerte de la señora Smith, el estuco en las paredes entre departamentos no es muy grueso y ya que no hay teleseries por ver sólo queda contentarse con lo que pase a sus vecinos.

“Basta Joe, no lo soporto más”
“De que hablas estúpida, tu eres mi mujer y harás loque yo te diga... o si no”
Esto es mejor que una teleserie venezolana- decía la señora Smith mientras secaba la loza recién lavada.

“O si no que... ¿te sientes muy macho con ese revólver?...nunca en tu vida lo has usado porque eres un cobarde... sí, eso es lo que eres Joe... un patético cobarde”
“No me provoques te dije.... perra...”
“¡No!... ¡¿Qué haces?!... basta...”

La señora Smith detuvo toda respiración. No había más ruido en el ambiente que un par de golpes al otro lado de la pared... pero todo llegó a su fin a las 21 horas con 10 minutos. Seis ruidos sordos como truenos en metal. Todo después fue silencio... sólo un par de perros más allá de la manzana advirtieron lo que pasaba.

La señora Smith quedó petrificada... cada disparo estropeó la mejor vajilla de la ermitaña que no tuvo más reacción que dejar que la fuerza de gravedad hiciera su trabajo.- Debía notificarlo, debía cumplir con mi misión como parte de una sociedad civil... tengo que ser fuerte, pero sólo unas palabras salieron de mis labios... "padre nuestro que estás en los cielos..."

21:40
20 minutos para las diez de la noche. Se escucha el eco de los pasos en el extenso pasillo... caminata que comenzó desde la puerta del departamento de al lado. Niguna puerta se abrió en todo el piso. La señora Smith creía ser la única en todo el edificio en percatarse de lo que estaba ocurriendo.

Ese maldito no encontró mejor solución que matar a esa indefensa mujer... dios que atroz... pobre chiquilla tan joven- se acercó a la ventana para asegurar una mejor descripción del asesino. El teléfono en su mano izquierda, el auricular en su oreja y con su dedo indice preparado para hacer justicia.
Sale una figura del edificio.

No puede ser... ¡¡es ella!!.... con peluca negra, cargando un bolso y todo... pero es ella... quien diría que esta mosquita muerta sabe como defenderse... típico de los de la capital, quien sabe en que otra trifulca esté involucrada- Marca el número de tres cifras.
Malditos capitalinos... Aló, quiero denunciar un crimen.

Texto agregado el 04-12-2007, y leído por 158 visitantes. (0 votos)


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