“ Ella está vestida de blanco, con un quitasol de encaje, complicado y fino como una telaraña, abierto sobre el hombro...” ( María Luisa Bombal)




Está quieta, vestida de soles vespertinos. El marfil desciende por los labios como una enredadera de besos cansados de esperar lo inesperable. Sus dos hombros desnudos visten ese rostro inmóvil de palabras y de gestos que a todos enamora. Mientras parece dormida, una inconmensurable paz la cubre dando forma al revoltijo de sus huesos, iluminada como un terciopelo de afelpados rayos. La claridad al fin ha alumbrado el escenario de su propia muerte, realzando una belleza trunca y sin destino...
Sin embargo esa magia que la recorre dentro, es el único sustento que la mantiene viva...

Ana Cecilia. ©