Las calles de buenos aires esconden ese misterio indecifrable, ese enigma de las constelaciones que se han acumulado durante siglos; los fantasmas que la recorren en sus horas mas perdidas cuentan que es una ciudad llena de historias en cada esquina y de amores en cada parque.
Cuando ese manto piadoso de la noche se posa suavemente sobre sus calles y baldios, toda la ciudad toma esa forma tan poco vista, en la que los monstruos de cemento que durante el dia acechan desde las alturas, pasan a ser parte de ese lado melancolico y oculto de la ciudad oscura, en sus calles se ocultan los poetas urbanos, los filosofos callejeros, y los musicos olvidados, salen a la noche con sus letras para que quienes los vean escuchen sus palabras y su apego.
Los musicos crean ese ambiente de amigos en los zaguanes perdidos de Boedo o en los sotanos de San telmo, reflejando en cada nota sus pesares y alegrias, sus vivencias y sueños de esta ciudad tan barrial , tan peligrosamente atractiva.
Cuando el sol comienza a alumbrar tenuemente sus calles, la vista cambia, ya no se ven a esos personajes nocturnos, los autos comienzan a andar por la calle corrientes y los niños salen con la inocencia de una noche mas, y se los ve alegrando cada rincon con sus risas y sus juegos.
Calle Florida se llena de esos artistas callejeros que le arrancan una sonrisa a quien pasa, y dia a dia cuentan historias, dibujan paisajes urbanos, y sacan de su galera esa magia que convierte a la ciudad en un sinfin de sorpresas en cada esquina.
Es imposible nombrar esta ciudad sin pensar en el Tango, con sus firuletes, con sus formas, con ese sabor melancolico que queda en el aire cuando en una almacen de barrio Don Pedro esta sentado en la vereda escuchando a el Polaco y sonriendo, tal vez, recordando esos bailes de carnaval en Comunicaciones, o un viejo amor…
Y aunque aceche el miedo y el temor es imposible querer perder un segundo de esta vida sin recorrer esta hermosa ciudad y sumergirse en sus historias y en sus pesares.
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