“El Zombie de Poe” (Tercera Parte)
Llego un día en que estando vagando un rato por las calles encontró a una hermosa mujer, y es erróneo esto pues fue mas bien la mujer la que lo encontró a él, pues el no la había notado ya que venía pensando en un increíble problema que el zombie le había planteado, le había dicho que para él nunca tendría solución por su condición de ser humano, pero que en realidad era muy sencillo, de igual forma el señor Allan no se percato de la mujer que ahora lo acompañaba a su lado sino hasta que esta hablo para saludarle. El señor Poe miro con extrañeza a la joven mujer y devolvió el saludo con poca gracia y cortesía, pero la mujer no se molesto, ni alejo, sino que continuo caminando junto a él, el señor Allan por el contrario si se había extrañado por lo sucedido, y le pregunto el porque lo seguía. La señorita no dudo ni por un segundo decir la razón, era muy directa y practica, y dijo.- “He querido conocerlo desde que leí por primera vez una de sus fantásticas historias señor Poe. Me parece que son grandiosas, a pesar de lo que digan los demás, y por eso he querido conocerlo para saber quien era exactamente usted” .- El señor Allan se quedo asombrado por el ímpetu de esta mujer extraordinaria en todos los sentidos, se preguntaba si ella también habría conocido a su zombie, pero no hizo hincapié en eso pues le mantenía mas intrigado el como una persona como esta se le acercara a darle un cumplido. El señor Allan tardo en responder pues muchas cosas pasaban por su cabeza, como el hecho de que recordara que las grandes historias del zombie transcritas por él las había terminado firmando con su nombre, y es por eso que le asumieron a él como el autor; el que alguien “normal” no haya tenido miedo, o terror por él, sino admiración; pero más que nada el sentimiento humano de felicidad que le hizo sentir esta mujer. cuyo nombre después averiguo ser el de Leonora
Leonora no le dio nuevas emociones, ni nuevos conocimientos, Leonora no le ofreció fantásticas historias, ni éxtasis infinito día con día, Leonora, al contrario, le ofreció las simplezas del ser humano, le ofreció sentimientos puramente sencillos tales como felicidad, orgullo, valor y coraje, le ofreció afecto y amor, le ofreció un oído para ser escuchado, y una mente para ser comprendido, le ofreció solo Leonora.
El señor Allan sentía por primar vez desde hace ya mucho tiempo el calor humano, la innegable sensación de felicidad a la comparada desesperación de antes, amor y cariño, sencillez y admiración.
A sí sucedió entonces que el señor Allan volvía a ser feliz poco a poco, volvía a recordar como ser un humano simple y sencillo, sin complicaciones y con sentimientos.
Volvía a ser feliz, volvía a ser humano para poder disfrutar de su amor por Leonora y por todo lo existente en este mundo.
Pero tal amor, tal felicidad no podía ser, el señor Allan estuvo tanto tiempo absorbiendo el éxtasis provocado por su zombie que no se había dado cuenta que ahora no podía deshacerse de él tan fácilmente.
(Tercera parte de "El Zombie de Poe")
Krant
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