Le encantaba comer vidas, las saboreaba con gusto, se empachaba con ellas.
No había algún tipo de vida que no le gustara, desayunaba con largas vidas famosas -como la de Clint Eastwood o Albert Einstein-.
Almorzaba con vidas fracazadas (la mayoría de deportistas y artistas), merendaba con estereotipos normales, y cenaba con pobres minutitos de difuntos al nacer.
Desde chico le encantaban, llegaba a su casa rodando de vidas.
Este chico ya hombre, pereció normalmente, nunca tuvo ninguna enfermedad, ni alguna complicación. Él comía vidas porque le gustaba...nunca pretendió ser inmortal...