Soltóse la ridícula calabaza de sobre nuestras cabezas. Callóse el público ante tanta magnificencia. Entras tú. Ojos sangrantes, visceras al viento. Ni suspiros errantes cuando mueres. Insólito desenlace.
Texto agregado el 30-11-2007, y leído por 89 visitantes. (0 votos)