Otro día más de dolor. Llueve en Buenos Aires y la ciudad mojada me hace pensar en vos. La melancolía invada cada cuarto y salón; y mi cabeza, como tantas otras veces, se pierde en pensamientos diáfanos de azul y gris...quizás por eso te recuerdo en este otoño triste, por la constante visión del azul y gris que impregna hasta los más recónditos pasajes de mi ser.
Mis ojos te imaginan llegar a la puerta, a buscarme; pero se que cual oasis seco y vacío tan sólo es producto de mi imaginación. Tonta imaginación. Aun así añoro tus brazos alzándome en el aire (ya cansados, lo se); tu mirada de amor cerrando mis cortes (lejana ahora, lo se); tus manos tomando mi rostro quebrado (delgadas y blancas, lo se); tus dedos secando mis lágrimas (¿Para qué? dirás, lo se).
Aun así te añoro, te recuerdo, te extraño, te anhelo y la estúpida sensación (¿Estúpida?, no, no, realidad María, realidad) de vacío vuelve a mi. Si lo pienso bien tan sólo me abandonó aquella tarde de marzo a orillas del río.
Intersección, unión, vacíos...puff.
Qué cansada está mi alma de llorarte, qué hastiado está mi ser de buscarte...¿volverás a mi?, ¿me añorarás como yo te añoro? A veces tengo la esperanza que si...otras tantas me sepulta la agonía de aquello que nunca sucederá.
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