Ángel
No conocía esa faceta de Génesis. La faceta de la pereza. La faceta en la que, es tan holgazana, que no presenta intenciones de querer volver a despertar...
Cuando abrí los ojos en la mañana, conjuntamente con el armonioso canto de las aves y el anaranjado alba que se presentaba en el horizonte, absolutamente todo se veía normal. Los mismos muros de piedra, el mismo tapete carmesí. Los mismos rostros, que me miraban todos los días al cruzar por el corredor, yacían, como siempre, inmutables en su prisión de lienzo y óleo.
Nada me hizo presagiar el que, quizás, un acontecimiento anormal ocurriría.
Nada me hizo presagiar que, pasada la hora de la cena, en ese preciso momento en que el oscuro visillo de la noche es apenas iluminado por la luna, el inmortal fénix con el que salía a pasear todas las tardes, habría de hacerse cenizas, cayendo, sin vuelta atrás, en la negra penumbra del silencio eterno.
Dicen que la mató su dolor.
Digo que la mató su tristeza.
Fue mi confidente por mucho tiempo. Desde que nací, mi vida estuvo marcada por su presencia. Un eterno fantasma que acechábame en todas mis acciones.
Desde pequeña me dijeron qué era el Cielo. Qué era un ángel. Qué era el Infierno, y qué era un demonio. Siempre me hablaron de las cosas buenas del Creador. De las abominaciones del Malo. De las blancas ropas de los ángeles, de las rotas alas de los demonios. Pero nunca, nunca... me dijeron que, llegado un cierto tiempo, los ángeles guardianes abandonan su puesto de trabajo, toman sus mejores vestidos, y van a una seria reunión con Dios.
Mamá... ¿Dios mantiene un contrato con los ángeles? ¿Ellos van con él cuando llega la hora de recibir sus salarios? ¿Por qué dejan a sus ahijados acá en la Tierra, sin el ala protectora que los acompañó durante tanto tiempo?
Porque... ¿Qué más podría ser? Estuvo conmigo siempre. Me aconsejó durante mucho tiempo. Me protegió de todo lo imaginable...y también lo inimaginable. Su atención sobrepasaba la raya de lo absurdo. ¿Eso no es un Ángel, acaso? ¿Alguien que daría la vida por ti?
Mamá... me dijiste que siempre había uno al lado de cada ser humano. Ella siempre estuvo ahí. Alguien tan buena, bella e inteligente, ¿No es un Ángel?
Si pareciera que, hasta incluso durmiendo tan solemnemente, esboza una impecable sonrisa. Una sonrisa que revela una enorme paz. Sonrisa que, en su tiempo, solía salir a pasear, sin volver a bailar en sus labios rosados durante muchas lunas.
Mamá... ¿Por qué sus ojos no se abren?
Mamá... ¿Por qué no me pude despedir de ella?
Mamá... ¿Por qué están cerrando definitivamente esa prisión de roble y bronce?
Mamá... Génesis me dijo que no le gustaban los sitios oscuros.
¡Mamá! ¡No dejes que la metan ahí! ¿Cómo lo hará, entonces, para venir todas las noches a peinar mis cabellos? ¿Cómo lo hará, entonces, cuando quiera salir a recoger margaritas al jardín? ¿Esas margaritas que, durante tanto tiempo, robaron tantas lágrimas suyas?
Ella me decía que nunca, nunca, era bueno molestar a los que duermen. Con tanta procesión y canto, ¿No crees que se despertará? ¿Mamá?
...¿No?
... Entiendo.
¿Estará ahora jugando a las escondidas con Dios?
¿Tú qué dices?
¿Seguirá escribiendo poemas?¿Esos poemas que guardaba dentro de viejos libros?¿Esos poemas dedicados que, después de un tiempo, dejaron de llegar a su inspirador?
Mamá... creo que ella no merecía eso... ¿Tú?
Ahora jugaré sola con mis muñecas. Ella era quien le hacía los vestidos.
Ahora tendré que estudiar sola para mis exámenes. Ella era esa persona sabia que siempre estaba dispuesta a ayudarme.
Tendré que remendar sola mis pantalones. Me gustaba como ella lo hacía.
Mamá... Génesis siempre dijo que estaba sola...Pero, si estaba sola, ¿A quién escribía?
Siempre me dijo que no me preocupara, que todo estaría bien. Que sólo viviera mi mundo y ella estaría en paz. Era tan sabia... que hice tal y como me dijo. No había manera de no creerle.
No era perfecta. Y recién hoy desperté. Vivía tan cegada por sus palabras, que nunca noté las nuevas decoraciones en su cuerpo. Nunca pensé que sus mejillas sabían a sal por culpa de las lágrimas. Nunca pensé que sus ojos estaban rojos por culpa de quien habría acabado con ella.
Mamá. Ya sé que es lo que está haciendo ahora.
Sí. Porque la conozco. O al menos eso creo.
Estoy segura de que se encuentra sentada en algún prado, lleno de margaritas. Sí. Como a ella le gustaban. Debe estar en ese prado escribiendo cartas de amor. Cartas que esta vez si tienen receptor. Cartas que al fin serán abiertas.
¿Mamá? ¿Por qué mi hermana quiso teñir su camisa de color carmín?
¿Fue, quizás, porque el rojo de su corazón ya había desaparecido? |