Cobardía
Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza!
¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul...
Pasó con su madre. Volvió la cabeza:
¡me clavó muy hondo su mirada azul!
Quedé como en éxtasis... Con febril premura,
«¡Síguela!», gritaron cuerpo y alma al par.
...Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la dejé pasar!
Amado Nervo, 1914
Quien iba ha pensar en 1914 que Amado Nervo seria un profeta mejor que Nostradamus y que esta poesía describiera con lujo de detalles lo que habría de pasar en mi vida cuarenta y cuatro años mas tarde.
Acababa de salir de misa de doce en la Iglesia de San José, como ya no trabajaba en el Jockey Club me podía dar ese lujo y pasear luego por el Parque San José --- sí el mismo donde algunos años después un cretino intentara romper el record mundial de permanencia en bicicleta --- mirando a las chicas felices con sus enamorados, mientras yo vivía de pasiones fugaces y sexo fácil.
Estaba yo caminando por el lado que daba al mercado de abastos, pensando que hacer con los tres mil soles que ganaba en la IBM del Perú, cuando a lo lejos se divisa a Fressia que salía de misa con su madre... cruce la cera para asegurarme la proximidad y empecé a toda prisa ha hilvanar en mi mente una estrategia que me permitiera acercarme a ella, a su madre y que carajó... talvez pedir su mano.
Me invente mil palabras que sonaran bonitas para impresionar a la señora y a mi amor, en ni torbellino de ideas y romances, me vi estrechándola, recuperando el tiempo perdido... gritando a toda voz mi amor inmenso --- nos separaban veinte metros, ella aparentaba no verme pero yo estaba listo a saltar sobre mi presa.
Paso con su madre, volteo la cabeza... me miro --- y una vez mas yo fui un cobarde, todo lo que yo pavoneaba de ser un felino con las otras... con ella no funciono, baje la cara y ella se fue.
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