¿Qué decir cuando todo se ha dicho?
¿Para qué gastar algún dejo de dignidad si todo lo que puedes expresar no es más que vocablos huecos y rasgados?
Quizás fuese posible el día de mañana -u hoy al anochecer, ¿por qué no?- pintar mis uñas de carmín y mis cabellos con su negro desleído teñirlos de algún castaño oscuro tan sólo para sentir que algo ha cambiado en mi vida; pero vamos, todos sabemos que eso es sólo externo, que eso es malograr lo poco que queda…
“¿Por qué mejor no intentás disfrutar un poco más de las cosas?”, me dijeron por ahí… ahora río sabiendo que sería una gran mentira el luchar en contra de mis sentidos espasmódicos, de mis llantos incorregibles o mi verborragia insulsa. Porque así soy yo, así me gusta ser, así me libero de todas las presiones cotidianas. No escucho a Lilly Allen, no gozo fumándome un porro a la salida de la facultad, no reversiono mi ser para encajar, no me visto con colores llamativos, no intento disimular mis desagrados, no escondo mis lágrimas a los ojos de los que amo, no dejo de tomar mate cuando mis labios se tiñen de verde, no como frutas excepto un pomelo de vez en cuando, no salgo sin relleno pero me desabrocho al introducir la llave en la cerradura de la entrada, no uso ropa interior que cubra mi retaguardia, no hablo cuando no tengo ganas, no guardo mis palabras en cofres de cristal, no asombro a mis amistades, no conozco enemistades, no olvido la verdad, no pretendo dejar de ser, no me levanto temprano aunque pongo el despertador, no dejo de mirarme los huesos de la espalda y admirar mi única belleza, no admito adelgazar bajo ninguna circunstancia, no acepto la realidad y vivo de cuanta ilusión cree en esta cabeza, no me quedo en las imágenes porque me aburren demasiado, no dejo de fumar aunque mi pecho me lo pida a gritos, no duermo en las horas que debo, no respiro al estudiar y menos cuando te siento cerca, no resisto morder mis labios más allá de la sangre y las lastimaduras, no opongo resistencia al hacer el amor pero si a no hacerlo, no cierro la puerta al cambiarme ni tengo pudor alguno, no finjo –nunca-, no cambio –menos aún-.