El primer día que te amé, no supe que te amaba, ni tenía la conciencia de que las alas habían crecido detrás de mi espalda, esto bien parecía como el principio de la más fiel travesía de mi pensamiento.
Cuando comprendí que no debía esperar más, fui hacia ti, con la misma determinación que mostraba mi corazón por bombear sangre, al llegar a ti, me sentí en el lugar más bello, en la situación más segura y en el sueño más profundo que jamás pudo existir en el poco tiempo que llevo respirando.
Entonces el aire fluía con mayor facilidad y hasta tenía sabor, tus besos como ningunos, eran destellos impresionantes en el cielo que iluminaban desde la mañana hasta que el sol se volvía a poner en un horizonte que se veía más cerca de tus pestañas. Tus ojos cerrados me envolvían, y cuando estaban abiertos navegaba en el negro de ellos.
Todo lo que sentía era tan necesario, nunca jamás sentí la vida respirar, no vi los océanos pequeños y los cielo aún más, no supe que toda la espera había terminado, y que tan pronto como fue posible estaba en otro lugar, fuera de todo lo que conocí, y que me esperaba una banca verde un día de lluvia y después de haber esperado treinta minutos, ¡al fin llegaste! eras tu con ese par de anteojos que solo hacían más tierna tu mirada, era el árbol que quedaba perfectamente ubicado para que ninguna gota cayera sobre tus cabellos negros, era el momento en que el sol no salía porque las nubes indicaban un día mejor para recordar.
Era el sabor de lo inmenso y la realización de todos mis sueños, la purificación de todas las calamidades, un rumbo azul que era solo agua cayendo, el aire frío para tus mejillas, y mis besos solo para ti. ¡Ay yo no sé qué habrá sido! si la casualidad, si fue un pedazo de destino o si entero todo ello pero que más me importa... si tu nombre es todo el flujo de inspiración de cada día.
Cuando te vi dormir, hice que mi pensamiento memorizara cada inhalación, que mis brazos no eran demasiado grandes para darte más abrazos, que probablemente estaba en Saturno y tú en un anillo de polvo cósmico. Así como tú lo dijiste... no quería que te fueras, sentía que no regresarías, sentía que necesitaba más de ti todos los minutos, lo mismo que siento ahora, la diferencia es que es más grande mi fé que mi esperanza... ¡qué no te dí el último beso porque esto no fue una despedida!, que esperaré entre mi silencio y mi desesperación, que podré verte caminar, pero no saldrá una gota de mis ojos, porque temeré haber perdido lo que pienso y ganado lo que siento y la fantasía no terminará porque sería dejar de amarte, porque sería soñar que no te sueño... porque siempre que te amo pienso que volverás.
Y si las canas llegan primero que tu, y si mis ojos se cierran y los tuyos no, y si el pasto se seca y la banca se corroe, y todo se acaba y se vuelve a nublar el cielo, y llueve más que ayer, y asi pareciera que las maravillas se han acabado, habré de decirte: “al fin”