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Existía una niña que tenía los mejores sueños despierta, allá, dentro de esa piel suavecita estaba alojada una Patricia que exigía ser una Lucia, y lo pensaba tanto que creyó más que cualquiera en la reencarnación, la hizo su religión.
Paso mucho tiempo buscando la mejor forma de pasar a ser Lucia, cortándose las venas con algo tan finito que no doliera, o un disparo directito a los sesos, que la velocidad acabe con dolor alguno, ya había descartado por completo el ahorcarse, de hecho era demasiado espantoso, y ni pensar en tirarse de algún puente ni nada parecido, ni hablar eso era para torpes decía.
Lo único que hasta el momento le impedía hacerlo era el dolor, le tenía fobia, se estremecía desde el dedito meñique del pie hasta el ultimo espacio que divide el cabello de la frente y se le erizaban los poros, de tan solo imaginarse cubierta de padecimiento.
Tenía también merodeando por su cabeza lo que había escuchado en la TV, que según estadísticas la mayoría de suicidas se arrepienten una vez consumado el acto, ya había tomado sus precauciones respecto a ello, simplemente no conocía lo que era sentir eso, pero pensaba una y otra vez, y si se le ocurre a este desorientado cerebro provocarme ese remordimiento por primera vez justo cuando decido ser Lucía, seria espantoso.
Mariano, su novio, nunca fue muy inteligente, nunca percibía cuando Patricia decía la verdad o jugaba al histrionismo puro, le daba igual el la amaba desde que la vio en segundo de secundaria con ese cabello negro que seducía al mundo entero.
La amó, la hizo suya, realmente amó por los dos. Patricia y su ya casi extinto corazón jamás supieron lo que era amar, le exigían a su piel que les enseñe, pero era otro idioma, nunca se pudo, su cuerpo entero era una torre de babel.
Una de las pocas veces que ella escuchó con atención a Mariano, fue cuando él creyendo que era un juego el deseo de ser Lucía, le planteó que simplemente lo fuera, que no necesitaba terminar con la carne y casi familiarizado con el asunto le dijo supuestamente atinado y ¿que tal si te reencarnas en un hombre?, tampoco podrías ser Lucia, y peor, ¿que tal si no recuerdas que querías ser Lucía?. Y ¿porque Lucía? Le dijo ya desenfocado, terminando así su intrusión en tan sagrado tema.
Patricia quedo con los ojos fijos en él, sin mirarlo solo perdida en recorrer sus propios sesos y conseguir una respuesta, no para él, sino para seguir y para no acabar con Lucía también, acaso él no entendía que fue Lucía la que le compraba una torta en cada cumpleaños, que fue ella la que le daba los besos más entregados, que le daba esas tardes enteras sin hablar, los “te sientes mejor”, los “mañana te veo”, como era que él no se hubiera dado cuenta quien era Lucía y que esa maldita Patricia la estaba expulsando de ese cuerpo con sus deseos estridentes de venganza, con sus resentimientos, con sus años asqueada de haber vivido trastornada con ese maldito vecino que se apoderaba de ese cuerpo cada noche.
Lucía no podría soportar vivir más en ese cuerpo, no aguantaba a todos los sentidos juntos recordarle de golpe el olor, las manos, la imagen, una y otra vez de aquel perturbador y asqueroso recuerdo que cubría cada vez más y le ahogaba el alma, en un padecimiento extremo, inigualable, de ahí la maldita fobia.
Como arrancarse la esperanza, y pensar que al reencarnar no recordaría que quería ser Lucía, como podría pasar eso, sería un desatino del destino, además ella merecía justicia divina.
Y si no recordara a Lucia?, se preguntaba completamente desesperada, de seguro si recordaría matar a Patricia, le venía esa idea como un soplo de calma, porque eso sí está calado en las entrañas y no hay mundo entero que me impida acabar con ella, pensaba convencida.
Ya una tarde cuando regresaba emocionada con la pistola que después de dos meses pudo conseguir, cerró la puerta, se sentó frente al espejo, observó su cabello suelto, sus ojos cubiertos de pestañas largas bañadas en rimel, repasó sus labios con la yemita de sus dedos, y sin entenderlo siquiera se apoyó sobre el espejo dándole un beso a su reflejo, creyendo que sería la ultima vez.

Texto agregado el 29-11-2007, y leído por 175 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-03-2009 hhay pasión en tu escritura, algo que muchos pretedemos y pocos lo alcanzan... lindero
06-12-2007 Una historia bien contada. Bien elaborada. He estado casi en tensión durante toda la lectura y me ha agradado leerla. ser-tero
02-12-2007 Sólo para vivir se necesita valentía, valentía para seguir y decidir, si se requiere, cambiar el rumbo. versos_para_ti
 
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