T E L E T O N.
Soy, Javier hace poco que tengo el trabajo de jardinero en esta institución. Me llama poderosamente la atención algo que veo todos los días y a la misma hora. Por eso se los voy a contar: en mi primer día de trabajo llegó al jardín un caballero de edad, se sentó en una mecedora que parecía estarlo esperando bajo un árbol que empezaba a florecer.
Después de un momento tres niños se le acercaron lentamente. Al llegar lo saludaron y besaron. Luego de que con cierta dificultad se sentaran en el césped, él les comenzó a hablar. Por las miradas atentas y asombradas parece que les contaba cosas muy bellas e interesantes. Cuando terminó su relato los niños se pararon con cierta dificultad, se despidieron besándolo otra vez y despacito se devolvieron por el mismo sendero que habían llegado.
El segundo día pasó lo mismo.
El tercero igual.
Ahí fue cuando pensé: mañana me ocultaré detrás de las ligustrinas para escuchar que es lo tan interesante que este señor les cuenta para acaparar tanto la atención de esos tres pequeños.
¡Por fin cuarto día!.
¡Ya estoy al acecho detrás de las apretadas ligustrinas!.
¡Ahí viene el señor de edad!...
¡Se detiene frente al mismo árbol!... Lo acaricia con su mano izquierda, parece que lo está midiendo en cuartas; cuanto ha crecido su tronco.
Lo mira y el árbol como si lo saludara deja caer sobre él una lluvia de pétalos blancos.
¡Ya vienen los tres niños!... Se acercan lentamente...
¡ Llegaron ! ...
¡Ahora les cuento lo que pude escuchar y observar desde mi escondite!:
El caballero ya estaba sentado en su mecedora bajo el frondoso cerezo que por ser primavera dejaba caer sobre él, una nevazón de sus pétalos blancos.
Una vez que los niños se acomodaran sobre el césped, les contó la siguiente historia:
-¡Una vez fui joven y quizás demasiado osado ! ...
Muchos me llamaron : “ Genio ”
Deben haber transcurrido unos veinte....treinta o más años.
¡En ese tiempo todavía no florecía mi cerezo! dijo, como en un suspiro, a la vez que elevaba su cara, para percibir el aroma de las flores de su árbol, que embriagaba el entorno, luego continuó:
-Todo sucedió de improviso... pensé: Yo entretengo a la gente... Llevo alegría a la casa de los más pobres,... muchos lloran de emoción... Otros ríen nerviosos, con mi manera tan particular de actuar...
Y los que miran desde afuera ... ¡sólo critican!... ¡critican!... ¡critican!... pensando siempre en la dureza de una burla.
Pero, ... ¡no importa!... Reí y lloré con muchas personas que en tantos de mis concursos ganaron lo que con su propio esfuerzo no hubieran podido lograr o comprar jamás...
Seguí pensando:¡Todo pasa!...
Pasan las penas y las alegrías... suceden los éxitos y se olvidan. A veces perdonamos y hasta nos olvidamos de los fracasos... Más ... Sólo las obras perduran, y yo ... ¿qué he hecho?...
¿ Cuál es : “ Mi obra”?
(Guardó silencio unos segundos, como para tomar aliento ).
- Cierta tarde salí con esta inquietud del Canal de T.V. en la calle Lira,caminé hacia Marcoleta poniente, lugar donde acostumbraba a estacionar mi auto ...
¡Cómo me acuerdo de mi querido Mazda rojo!. Al acercarme a él , e ir de regreso a casa, me encontré con un niño que le faltaba el pie derecho más o menos a la altura del tobillo. Apoyado en rústicas muletas, hacia extrañas acrobacias, para dejarlo bien reluciente.
-¡Ya está “ brillantito”! .. mi caballero. ¡Y por lo que usted quiera darme!
Me emocionó ver esa cara de niño temeroso. Me detuve un instante, para conversar con él.
-¿ No crees que éste es un trabajo muy difícil para un “ niño como tú”? -
- Si no soy tan niño, hace poco cumplí los trece! ... me dijo.
-¿Y por qué trabajas en “esto”?
- Por mi defecto nadie me da trabajo ... Además fui muy poco a la escuela... ¡Por las burlas!... ¡Usted sabe !
Mecánicamente saqué algunas monedas de mi bolsillo y se las ofrecí; las recibió muy agradecido. Luego lo vi alejarse, esquivando ágilmente las irregularidades de la vereda.
Ya en mi auto encendí el radio; las noticias de siempre ¡guerras!... ¡hambre!... ¡asaltos!... ¡secuestros!... ¡robos!...
Busqué música; gritos... estridencias... chillidos. Mejor lo apagué ... necesitaba meditar.
En mi mente volvió a aparecer la imagen del “tullido” cuidador de autos.
Sus ojos límpidos, sus manos frágiles, su esmirriada figura... aparecía y se esfumada... se esfumaba y volvía a mi mente en forma sucesiva... ¡casi insistente!.
Al cruzar, por un parque, observé muchos niños; unos jugando, otros corriendo, algunos trepando gatunamente a los árboles, y los más pequeños columpiándose bajo las miradas vigilantes de sus madres o nanas. ¡Se veían tan normales y sanos!
Y arrimado contra un árbol también pude divisar a un pequeño con bastones ortopédicos que con su menuda cabeza seguía el ir y venir de los columpios.
Me detuvo una luz roja; tiempo para observar a dos niños sanos gritando y corriendo de un lado para otro tratando de pillarse.
Algunos pugnaban por subirse al tobogán, otros por conseguir un columpio. En cambio el pequeño de los bastones; sólo se contentaba con seguir con la vista el va y ven de aquel inalcanzable columpio. Por un instante su mirada me pareció mas alegre que la de los que se peleaban por conseguirse uno .
Seguí mi rumbo, y me asaltó esta idea.
¡“Los niños impedidos”!....
¡Si, ellos ! ...
No se pueden seguir conformando con ser “simples espectadores”...
¡Tienen derecho a sentir, a disfrutar, a formar parte de nuestra sociedad! .
¡TIENEN DERECHO A INTEGRARSE !
Fue así como me embarqué en aras de un sueño ...
Un sueño que fue creciendo y creciendo... y se hizo realidad gracias a todos los chilenos, y también a los “ chilenos de corazón”, como son los integrantes de las distintas colonias que se han avecindado en nuestro país, a lo largo y ancho de toda su geografía. Este sueño consistió en emprender...“UNA GRAN CRUZADA DE AMOR”. que llamé TELETÓN.
Obra que rehabilitaría de la mejor manera posible a “niños” con impedimentos físicos...
Rehabilitarlos en tal forma; que se sintieran como “ tú Jaime”, como “ tú Rodrigo” , y como “ tú Matías” dijo el abuelo apuntando con su índice izquierdo a los tres minusválidos, que con asombrados ojos y con sus muletas enterradas cual báculos en el césped seguían su relato.
- Y, así con los aportes obtenidos en cada campaña TELETÖN logramos construir y mantener éste “CENTRO” donde ustedes están siendo atendidos; un verdadero HOGAR REHABILITADOR.
¡Fuera del closet de sus casas donde sus padres por vergüenza, temor o impotencia los tenían confinados !.
Donde puedan llegar muchos niños para ser tratados, de todos los rincones de Chile. Ya que aquí gracias al esfuerzo de muchos y al tesón de ellos mismos pueden lograr la soñada “ REHABILITACIÓN”, que los hará útiles, para sí y para la Patria .
Tras unos segundos de silencio, añadió:
-Ahora pienso, que si no hubiera sido por aquel recordado “limpiador de autos”, hoy no estaría con ustedes, ni tampoco sentiría las caricias silenciosas de los pétalos de estas flores cayendo sobre mis sienes.
“Este árbol”; dijo acariciando el tronco del cerezo; representa todos los años de trabajo y perseverancia, para mantener en pie éste y los demás “INSTITUTOS DE REHABILITACIÓN” que hoy existen en Chile.
Mientras yo esté vivo y él “florezca”, sabré que mi esfuerzo no fue en vano ...
Desde mi escondite asentí con mi cabeza pues estaba participando de una muy bella escena ...
Mientras, del cerezo seguían cayendo pétalos como para terminar un ciclo e iniciar otro, la voz de Don Francisco se fue apagando, en el ocaso de ese día de diciembre.
Hasta sólo parecerme un recuerdo. Pero un recuerdo inolvidable, por el aroma de las flores de “ su cerezo”.
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