¡Basta ya de lamentos innecesarios!,
¡Basta ya de lágrimas extemporáneas!
no puede ganar terreno la ingratitud insana,
sobre la divina bondad sagrada,
que a pesar de las imprecaciones moldeadas
en el marco de cada hermosa mañana,
nos sigue enviando el sol y el alba
en la tierna sonrisa de la esperanza.

En nombre del amor que marcó mi alma,
que me enseñó a apreciar
la belleza plena del alma,
he de seguir la senda trazada
motivada por su sosegado recuerdo
plasmada en la ventana de cada alborada,
no se puede abandonar como si nada,
las flores que aún no han alcanzado
plenitud en la morada
que esperan con ansias la atención amorosa
inocentes a la necia culpa torpemente incurrida...
Ocultando en el lugar más seguro
el motivo del dolor punzante,
labraré fuerzas para construir
un nuevo mundo de resignación y de calma…
me procuraré fuerza de la nada…
¡qué dificil es el intento… ¡
insoportable resignación que lacera,
que abre la herida y la sangra
y de nuevo las lágrimas tormentosas
brotan sin piedad venciendo la difícil calma,
mojando las débiles alas
de toda voluntad arrancada
a la noche eterna sin madrugada…