Si hubiera un dios, y ese dios decidiera crear el lugar menos habitable, vasto, seco e infertil en la faz de la tierra probablemente no se podría compara con este; si en algo ha sido bueno para ingeniárselas el hombre ah sido en destruir, probablemente como un acto de rendición al darse cuenta que creando lo que ya existía les llevaba ventaja.
Las pisadas se hundían sobre lo que un día fue un árbol y la tierra revelaba mil años de historia arrancados a la fuerza, marchitados por la ausencia de vida e invisible a todo aquel que no se fijara bien dos veces. Era el único y ultimo recuerdo; caminando sin rumbo aparente y con la forma, de lo que a él le parecía, un ser humano; pero de ser humano no estaría ahí, de ser humano habría muerto, de ser humano sus pies se habrían vuelto polvo y hace rato no hubiera dado un paso más; aun así , para él, era humano.
Buscaba algo cuya búsqueda jamás empezó, simplemente existió buscando pues había nacido del deseo de encontrarlo, no sabía que era, más bien no sabia nada, ni lo que tenía al frente, ni quien era, tampoco que estaba buscando algo, ya que al ser lo único que hacia no había manera de diferenciarlo de algo más.
Al principio no se detuvo, siendo su costumbre buscar mas no encontrar hizo que le tomara un rato darse cuenta que ya no se dirigía a ningún lado, que ese extraño deseo que lo había guiado durante tanto había desaparecido dejándolo en la incertidumbre, lo que para cualquiera hubiera sido desconcertante faltaba de sentido alguno. Miles de colmillos, miles de patas, miles de colas en miles de cuerpos se movían, atravesándose entre si y desapareciendo de a ratos, solo para aparecer en otro lado. Le invadió la duda, y por primera vez su ser formulo miles de ideas, y estas miles de ideas se convirtieron en pensamientos y estos pensamientos en preguntas, hasta que se detuvo con la única idea de que tal vez había encontrado su destino. La respuesta no estaba en él, y tratando de imitar su movimiento se les acercó, y él, que nunca había formulado una idea antes, y mucho menos la había expresado ni había encontrado con quien compartirla no supo que decirles ni como, y tampoco se enteró.
Extendió una se sus largas extremidades, esta acompañada al final de varias mas pequeñas y cortas; al tocarlos se olvido, todo su ser se volvió en nada y se volvió una figura más, no como ellos, sino como él, un acompañante, un desconocido, casi como un acosador que se mueve casi danzando entre los cuerpos, entre miles de colmillos, entre miles de patas, entre miles de trompas en miles de cuerpos; pues él era el eterno deseo de miles de personas de encontrar elefantes y ellos eran la manifestación de aquellos que los recordaban.
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