Zathmat comenzó a disparar sus mortales rayos, pero Martín repelía los rayos y la lava con sus escudos, Nicolás romo una estalactita, corrió contra la pared y rebotó, mientras Zathmat estaba ocupado con Martín, él aprovechó y saltó por atrás y le atravesó la estalactita en la unión del hombro y e cuerpo al tiempo que emitía un grito de guerra; el demonio sintió un dolor tan agudo como mil agujas y lo expresó en un rugido que se dejó escuchar hasta el principio del laberinto. El brazo izquierdo de Zathmat ya era ineficaz. Nicolás se paró junto a Martín.
Idearon un plan mentalmente: Martín se fue a la espalda del gran demonio y comenzaron a correr hacia el brazo lastimado. Nicolás y Martín, con una coordinación sorprendente, atacaron al mismo tiempo: Nicolás lanzó una patada a la zona de la muñeca al tiempo que Martín lo hacía a la altura del codo y… CRACK, rompiendo así la articulación del “Secuestrador” quien una vez más gritó de dolor. Martín y Nicolás se volvieron a parar juntos, frente al “Secuestrador”, desafiándolo.
- Escúchame bien, Zathmat – dijo Martín con voz fuerte – Déjanos ir ahora y te ahorrarás mucho dolor y esfuerzo y guardarás tus energías, pero si no, ya sabes cómo te va a ir -.
- Cometimos errores al principio – completó Nicolás – pero nuestras mentes ahora están tranquilas ahora y podemos vencerte -.
- Pobres diablos – fue por toda respuesta la del “Secuestrador” – Hubieran muerto más fácilmente de no haber luchado, ahora voy a tener que usar un método que no quería, pero que me han obligado a usarlo ahora -.
- Cualquiera que sea tu magia sabremos vencerla – dijo muy seguro Nicolás -.
- Tal vez han podido vencer sus miedos, pero no a ustedes mismos – los amenazó nuevamente el demonio – Con esto los acabaré de una vez por todas y después ellas serán mías – echó a reír -.
Nicolás y Martín corrieron junto a las chavas, tratando de protegerlas de cualquier cosa que pudiera hacer el demonio. Éste les apuntó con un dedo largo y escabroso y Martín preparó sus escudos para rechazar la descarga, pero Zathmat, lentamente viró sus brazos hacia la derecha a una pared que fue a derrumbarse conforme pasaba su dedo en su dirección, también se abría un río de lava y se encendieron antorchas para develar loo que estaba detrás de aquella roca…
Una vez tirada la pared de roca, el humo comenzó a dispersarse, se adivinaba una figura humana en “X”, con la cabeza abajo y colgando en un estado de evidente inconsciencia, colgando de sus extremidades superiores. Una vez dispersado el polvo, Martín y Nicolás quedaron sorprendidísimos cuando vieron por completo y bien definida la figura de aquel ser que sólo habían adivinado. De la sorpresa, no podían formar frases, ni en su boca ni en su mente.
- Mi… mi… mira ma… ma… Martín – dijo Nicolás sin salir aun de su asombro- Es… es… quien… quien creo que es, moreno – se obligó a terminar la frase - ¿Ves lo mismo? -.
- Pe… pe… pero… pero co… ¿Cómo?... no, no puedes ser – respondió Martín y se quitó el casco – Creo que sí… ¡sí!... ¡¡Sí!! -.
- ¡Así es amigo! – dijo Martín contento - ¡No lo perdimos entonces! -.
- ¡Graham! ¡Graham! ¿Nos oyes? Gritó Nicolás a todo pulmón -.
Martín corrió a mi lado, pero una pares de mafia lo espantó y le recordó ponerse el casco. Las chavas también quedaron sin palabras, excepto Rocío, quien recordando que le dijeron que había muerto, sigilosamente, por miedo al demonio se acercó al islote donde me encontraba, moribundo y sin fuerzas.
Nicolás comenzó avanzar hacia el demonio, pero esto lo vio y levantó una pared de cantera frente a él; Nicolás la golpeaba sacando solo cascajo de aquella enorme piedra. Martín se le unió en la tarea de atravesar la pared, cosa que no le tomó mucho tiempo a Martín. Por su parte, Rocío se acercaba cada vez más, mientras Gisela y Karina seguían en el mismo lugar, aterradas e inmóviles, no solo por el “Secuestrador”, si no también por el miedo de que le pasara algo malo a sus novios.
Mientras Nicolás y Martín luchaban por vencer al demonio, pensaban en que ahora mas que antes debían ganar, pues debían llevar a su amigo perdido con ellos, era una razón más, habían recuperado algo que parecía imposible volver a ver, tenían algo más: su amistad, una vez más con todos sus miembros que juraron ser hermandad.
A Rocío solo le faltaba cruzar el río de lava cuando notó que el demonio estaba a punto de descubrirla, se puso detrás de una estalactita, impidiendo así ser vista. La lucha continuaba y cada vez se hacia más feroz. Nicolás y Martín controlaban un poco más sus poderes: Nicolás podía atacar arrojando con telequinesis rocas y golpeando al monstruo, así como anticipando algunos golpes que se iban a impactar contra él, además de poder lanzar un rayo débil, pero hiriente al demonio; Martín ya no se movía cuando recibía los golpes en sus escudos, incluso con sus manos le fracturó un dedo al “Secuestrador”, además usaba su súper agilidad para hacer como bala de cañón y golpear así al demonio. Y lanzaba también una ráfaga de aire que iba arreciando conforme se concentraba.
Rocío había llegado a mí. Trató de distinguir mis ojos a través del protector, pero no pudo, así que trató de quitarme el casco… tampoco lo logró. Al ver que no podía ver mi cara, tal vez por última vez, se arrodilló junto a mí, abrazando mis piernas, y no pudiendo más aguantar la presión y las penas que pasó y había guardado, rompió la vivacidad de sus ojos hermosos ojos verdes llorando. No podía creer que el ser que realmente amaba hubiese muerto tan fácilmente. Empezó a desahogarse hablando a sí misma de todo lo que le había dicho. Por u mente pasaron escenas de cuando se peleaban, de cuando solo eran amigos, de hasta ayer en el agua y las palabras que le dijo Martín de que había muerto. Sus lágrimas resbalaban por sus mejillas y algunas resbalaban al interior de su boca amargando aún más ése momento; otras lágrimas pasaban de largo, resbalando por su cuello. Pero una lágrima, sólo una resbaló la pendiente de su cara hasta quedar suspendida en una fina membrana en su barbilla… cayó.
Ésa lágrima cayó en la punta de mi bota, estrellándose y repartiendo amor en sus fragmentos. Esa gota comenzó a tornarse de color dorado, extendiéndose por toda la pierna hasta cubrir por completo el traje. Los brillantes del traje brillaron de color verde y con un extraño zumbido silencioso se escuchó.
Rocío lloraba con sus ojos cerrados y de sus pestañas pendían fragmentos de amor. Cuando escuchó el zumbido, lentamente viró su cara y abrió los ojos, miró como el traje brillaba y se asustó, dio un paso atrás, mientras veía que apenas movía mi cuello.
- Pero… - pensó Rocío – entonces… no está… no… ¡NO!... ¡ESTA VIVO! – se le notó una gran sonrisa – gracias a Dios y… al Dragón, mi Dragón está vivo… y conmigo – comenzó a llorar nuevamente pero esta vez con un sentimiento distinto, de felicidad que había dentro de ella – Si, querido amor mío recobra tus fuerzas y ayuda a tus amigos que tanto te necesitan ahora. Vamos, levántate y vámonos de aquí – me abrazó -.
Su calida presencia emanó parte de su alma a la mía, sentí como su alma sufría, sus ojos ardían y su corazón se estrujaba. Mi cuerpo comenzó a sentirse bien y a recuperar su fuerza, mi traje brillaba con mayor intensidad hasta que los grilletes de piedra que me aprisionaban reventaron en miles de pedazos y yo caí de rodillas al suelo, desvaneciéndome, quedando tirado en el piso de roca, sin fuerzas. Rocío me seguía alentando.
Martín y Nicolás ya estaban muy cansados, pero había algo en su espíritu de pelea. El “Secuestrador”, enojado hasta el límite, lanzó un rugido enorme y con el puño levantado convocó un remolino de rocas que golpeaban a Nicolás y a Martín, quienes fueron estrellaos contra la pared haciendo un hueco. Nicolás se arrastró para ayudar a Martín, quien estaba bajo un pequeño montón de rocas. Cuando estuvieron juntos, el “Secuestrador” caminó lenta y pesadamente hacia ellos, estaba muy lastimado pro los golpes de sus enemigos. Abrió sus brazos y sus ojos rojos se iluminaron, abrió la boca y sus garras también brillaron… estaba a punto de soltar un rayo mortal.
- Ahora los aplastaré como los insectos que son – amenazó el “Secuestrador” -.
Inclinó su brazo hacia atrás y con la palma abierta de su mano hacia ellos, descargó una bola de energía negra, escuchándose la explosión directamente hacia Martín y Nicolás que cerraron los ojos esperando el impacto. Nada les pasó, ni siquiera sintieron una brisa a sus alrededores. Abrieron los ojos y vieron son asombro una cúpula de energía formada con la misma energía negra del monstruo y en medio una figura en contra sombra, no podían distinguirla, solo que tenia los brazos dirigidos hacia el “Secuestrador”.
El “Secuestrador” vio sorprendido como su energía negra estaba enfrente de él, inmóvil, en forma de cúpula con una figura humana en el centro. Totalmente sorprendido, bajó el brazo. Aquella figura extraña alzó los brazos y la energía negra se volvió de un color rojo y blanco, luego de eso, cerró los puños y la energía se comenzó a dispersar por toda la cueva.
- No lo puedo creer – dijo el “Secuestrador” - con esa misma energía encerré a los héroes en aquellas piedras que tanto venera los humanos asquerosos del mundo. ¿Quién eres tú? – gritó enojado -.
- Yo soy… - la extraña sombra caminó lentamente hacia él – El Guerrero del… ¡AMOR! -.
El “Secuestrador se quedó paralizado por la sorpresa, mientras que Nicolás y Martín se alegraban de verme de pie y con energía. Los dos hicieron un gran esfuerzo para ponerse a mi lado. Los tomé de las muñecas y un fuerte brillo nos envolvió a los tres. Todo volvió a la normalidad.
- Me… me siento como nuevo – dijo Martín – Como si acabara de despertar y desayunar, como cuando veo a Karina -.
- Es cierto – dijo Nicolás – me siento… como si hubiera descansado por semanas, como si… ¡me hubiese tomado mi chocomilk! -.
- Es algo parecido, amigos – les respondí – Ahora no solo llevan puesto el traje, si no que ahora el traje es parte de ustedes, así como una parte de cada un de nosotros está en los demás. Ahora han despertado todos sus sentidos y su energía interior para poder usar todos sus poderes de los que ahora somos dueños -.
- Tú – me señaló el “Secuestrador” – Tú ya estabas muerto -.
- Así es – respondí – pero solo necesité esa lágrima llena de amor y compasión para poder restaurarme. El traje sagrado conservó mi energía vital y no la dejó ir, la lágrima sólo fue un catalizador muy a tiempo que me ayudó a recuperarla. Tuve mucho tiempo para analizarme y saber que es lo que debemos hacer contra ti, Zathmat -.
- A propósito – dijo Martín - ¿Cómo te salvaste? -.
- Sí – dijo Nicolás - ¿Cómo llegaste aquí?… y así… -.
- Cuando maté al demonio, me quedé paralizado, sin energía… quedé enterrado entre las rocas junto con el demonio. De repente sentí que me movía, algo o alguien me desplazaba por el laberinto… pero no me podía mover aún. Luego me sentí atado y comencé a sentir golpes por todos lados por lo que me apreció una hora o mas… no lo sé… me desmayé… -.
- Así es – dijo el “Secuestrador” – Sentí que la vida se te había escapado de tu cuerpo y por eso te traje aquí: para vencer a tus amigos por medio de sus asquerosos sentimientos de humanos… -.
- …Pero un sentimiento me salvó – respondí – Ahora pagarás no solo por lastimarnos, si no también por todo lo que nos preocupaste, por hacernos conocer de esta manera el pánico, el terror, la impotencia… -.
- Bien, dicen que el terror mismo es cuando conocer cuando vas a morir… - dijo Nicolás – pues tú – señalo al demonio – tú vas a morir ahora mismo – se preparó para atacar -.
- Espera – lo detuve del brazo – Podríamos hacerlo sufrir mucho… o… -.
- Matarlo lentamente – completó Martín -.
- Como hacía con nosotros – dijo Nicolás - ¿Qué hacemos? -.
- Primero que nada – dije – Poner a salvo a las chicas -.
- Pero el laberinto es muy largo – dijo Martín -.
- No – respondí – hay una forma: denme sus diamantes – se los quitaron del cinturón – Gracias… ¡tontos! – les respondí -.
- ¿Quééééééé? – gritaron a coro -.
- Gracias por los diamantes, incrédulos – fui hacia el “Secuestrador” -.
- Mira – dijo Nicolás – la gema verde no brilla… entonces… -.
- Entonces no estoy aquí – respondí -.
- Mira – le dijo Martín a Nicolás señalándome – No es Graham -.
Ante la sorprendida mirada de Martín y Nicolás, aquél ser se tornó negro y tomó la forma de un demonio. Martín y Nicolás no supieron que hacer.
- Ja, ja, tontos humanos – dijo el demonio con voz chillona - ¿De verdad creyeron que yo era uno de ustedes? -.
- Ahora sí los acabaré – dijo el “Secuestrador” – Aquélla ráfaga anterior sólo fue para que creyeran en mi pequeño sirviente -.
Repitió la operación de echar su brazo hacia atrás, le brillaron nuevamente los ojos y las garras, abriendo la boca y soltó una terrible descarga, aún más fuerte que la primera, pero se dispersó frente a Martín y Nicolás en forma de un domo… nadie daba crédito a lo que pasaba, ya había sucedido una vez, pero esta vez no creyeron nada… De las sombras surgió una voz.
- No confíes mucho en ti… ¡Zathmat! – se escuchó la voz -.
- ¿Qué? ¿Quién se atreve a amenazarme? – rugió el demonio -.
- ¡Yo! – La figura salió de las sombras – Ahora no tienes oportunidad -.
- ¡Es Graham! – dijo Martín -.
- ¡Es cierto! – dijo Nicolás - ¡La piedra verde está brillando! ¡la siento con vida, está emanando de ella! -.
- Así es amigos – respondí – Ahora tomo fuerzas de ustedes -.
- Mira – dijo Martín – sus espadas se están materializando en su espalda -.
- Es cierto lo que les dijo el demonio – respondí - Ahora los trajes son parte de nosotros y no podemos ya estar separados de ellos -.
- Entonces… ¿Por qué los diamantes no regresan a nosotros? – preguntó Martín -.
- Los diamantes – respondí – son la fuente de nuestra energía para usar nuestro poderes, sin ellas son muy débiles, sin embargo, suficientes para matar demonios… pero no a Zathmat – me acerqué más a ellos – Hay que recuperarlos -.
- ¿Y crees que será sencillo? – dijo el demonio mostrando los diamantes en su asquerosa garra -.
- Claro que sí – respondí – en primera por que eres más lento que nosotros – le arrojé una espada que se le clavó en el pecho – Y en segunda por que eres tan tonto y no puedes pensar por ti mismo para anticipar movimientos -.
Los diamantes cayeron al suelo, les dije a Nicolás y a Martín que los tomaran, pero el “Secuestrador” se antepuso. Tocando mis joyas en las manos, le dije a Martín que él y yo lo distraeríamos mientras Nicolás usaba su telequinesis para traer de vuelta los diamantes de nuestros cinturones.
Alcé mi mano y mi espada regresó a mí, con la otra desenvainé la espada izquierda y formé una equis enfrente de mí y las separé enfrentando las dos hojas despidiendo así unas chispas azules y levantando un viento que llevó consigo enormes rocas que golpearon al “Secuestrador”, éste cayó y tratando de incorporarse, empujé a Martín para que lo atacara y comenzó a correr hacia el “Secuestrador”, lo golpeó en la cabeza de una manera tan horrible que cualquiera hubiera pensado que tiraría un edificio de un solo golpe, lo mandó a por lo menos unos 10 metros de donde estábamos nosotros. Nicolás comenzó a concentrarse y comenzó a elevar los diamantes y poco a poco los arrastró hacia él.
Corrí junto a Martín para tratar de perforar el cuerpo del monstruo, pero éste me vio y encendió sus ojos haciéndome volar en el aire con una fuerza invisible, mientras volaba, , traté de recuperar el control como un gato y di unas vueltas y caí de pié y en guardia, listo para seguir el ataque, mientras volaba por los aires, martín se distrajo para ver como volaba y ese momento lo aprovechó el monstruo para apartarlo de sí on un golpe, cayendo Martín de cabeza y haciendo un surco en la roca.
- Martín, ve con Nicolás – le dije – toma tu diamante y entonces podrás unirte a mí en la lucha -.
- Pero… - balbuceó Martín – tú solo… -.
- ¡Ahora! – le dije – No hay tiempo y aunque lo hubiese, no puede haber más retraso en nuestra tarea… ¡Hazlo ya! -.
Martín corrió con Nicolás que estaba sentado, pues el esfuerzo psíquico fue demasiado pesado sin su diamante. Yo corrí contra el “Secuestrador” que trataba de desgarrarme con sus terribles garras y que yo repelía con mis espadas, tratando siempre de pegarle. Retrocedí y me encarreré hacia el demonio, me lanzó su mano con sus garras en el perímetro que cubría su brazo, yo salté y lo pude esquivar, una vez estabilizado en el aire, preparé mis espadas y le hice dos heridas en la pierna izquierda: el “Secuestrador” lanzó un rugido y las chavas gritaron por el repentino sonido que retumbaba la cueva aún con el eco.
- Vayan a ver a las chicas – les dije a mis amigos – No quiero que nada les pase por un error nuestro – volví a la lucha -.
- Ve tú Nicolás – dijo Martín -.
- Ay, chale, mejor ve tú – respingó Nicolás – Como estás ancho, yo creo que si cubres a las tres y si viene algo o alguien, te quitas el casco y lo espantas -.
- Ja, ja, chistosito – lo regañó Martín – Por lo mientras sirve más la fuerza que el cerebro, además dijiste que debías concentrarte para poder pensar en algo, así tendrás un poco de tiempo para hacerlo -.
- Creo que ahora ya te funciona a ti el cerebro, moreno – dijo Nicolás – Además con la “resurrección del Dragón” creo que y apodemos darnos el lujo de hacerle cosquillas a Zathmat mientras le contamos chistes malos -.
- Si, sí, hombre – dijo Martín – lo que quieras, pero apúrate -.
- ¡¿Qué esperan?! – grité mientras me defendía – Apúrense que necesito ir al baño y necesito un relevo… ¡me urge! -.
- Ha de ser por la emoción – dijo Martín mirando a Nicolás -.
- La emoción no – dijo Nicolás - ¡La presión! Claro, de la vejiga -.
Nicolás corrió con las chavas mientras trataba de pensar en algún plan de lucha, Martín se unió a mí con una estalactita que usó de bate de béisbol para pegarle al “Secuestrador”. Martín le pegaba en la espalda, pero era difícil ya que el demonio movía sus dos colas, así que Martín optó por aventarle el pedazo de roca en la cabeza: ,Martín quedó sorprendido de cómo se iba estrellando la roca con el demonio y los huesos que sobresalían por toda la espalda la iban cortando. Martín dio unos pasos para atrás, guardando temor a aquellas cuchillas que le recorrían también la espalda hasta la punta de las dos cosas y otras en los codos.
Nicolás, por su parte, no sabía que hacer para poner a salvo a las chicas, así que lo único que se le ocurrió fue poner sus manos frente a ellas y concentrándose todo lo que podía en lo que quería hacer, fue formando una bola de energía que fue creciendo alrededor de ellas que no sabían si no moverse o si o que es lo que estaba pasando, pero Gisela les dijo que Nicolás no les haría nada y que confiaran en él, que lo que necesitaba en ese momento era protegerlas de lo que pasaba alrededor.
Una vez terminada la burbuja de protección entonces lo único que pudo hacer en ese momento era mirar lo que había hecho y le sonrió a Gisela y le mando un beso desde fuera y se despidió de ella con una última mirada. Regresó con nosotros a la lucha.
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