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Y parece que fue ayer

Algunas veces las personas llegan a nuestras vidas y rápidamente nos damos cuenta de que esto pasa porque debe de ser así, para servir a un propósito, para enseñar una lección, para descubrir quienes somos en realidad, para enseñarnos lo que deseamos alcanzar. Tú no sabes quienes son estas personas pero cuando fijas tus ojos en ellas, comprendes que ellos afectarán tu vida de una manera profunda.

Actualmente soy Enfermera Especialista en Salud Publica en una Unidad de Medicina Familiar del IMSS en alguna parte de Mexico; he tenido varias experiencias tanto gratificantes como tristes y amargas a lo largo de mi vida laboral, pero lo que me agrada recordar es lo bueno y trato de olvidar lo triste.

Corría el año 1985 Por aquel entonces, yo trabajaba como Enfermera General de substitución en un Hospital General de Zona , teniendo como destino el piso de Pediatría del lado de Escolares, era mi primer año dentro del Seguro Social, yo tenia 28 años de edad y la poca experiencia que me habían dado los escasos meses trabajados; no me acuerdo que día era realmente, de lo que si estoy segura, es de que fue ese año, porque fue el único que trabaje en el turno nocturno.
Esa noche, como casi todas mis noches de guardia, estaba sola, sin Auxiliar de Enfermería, era sábado y en realidad había pocos pacientes, eran mas o menos 6 niños entre 8 y 12 años de edad.
Cuando mi compañera del turno vespertino me entrego los pacientes, en la primera sala se encontraba una niña de aproximadamente 11 años que había sido atropellada y acababa de ser intervenida quirúrgicamente de una fractura de cadera el día anterior, tenia medicamento intravenoso, la venoclisis se infiltro y no pudieron reinstalarla, intentaron hacerlo, pero le dieron 6 punciones sin éxito, y me la estaban dejando a mi para que yo lo intentara de nuevo, no tenia ningún familiar con ella.
Resignada, tome signos vitales, prepare el medicamento de las 24:00 y 6:00 horas, decidí dejarla dormir un rato y tratar de canalizarla después de aplicar el medicamento de las 24:00 horas.
Así lo hice; cuando termine de aplicar medicamento, prepare el material para venopunción y lo lleve hasta la unidad de la paciente, la desperté y le informe que iba a puncionarla de nuevo, cuando termine de decirle esto, rompió a llorar y me dijo que no iba a permitir que yo la volviera a picar que si yo hacia algún intento para canalizarla iba a gritar y a pegarme, entonces me senté a su lado, le hable tratando de tranquilizarla y me puse a platicar con ella, le pregunte sobre su accidente, sobre su cirugía, el porque su mamá no estaba con ella y luego le explique la forma en que intentaría reinstalarle la venoclisis, le dije que me dejara ver sus manos y sus brazos y le prometí que si no encontraba ninguna buena vena para instalarle la venoclisis no lo haría, pero que si encontraba alguna con posibilidades le prometí y le di mi palabra de honor que solo le daría UN piquete, no más; como estaba bastante obscura la sala pues las lámparas de las cabeceras de las camas iluminan muy mal, se me ocurrió traer una lámpara de pie, con la cual revise concienzudamente sus brazos y manos; estaban muy lastimados por las múltiples punciones que le fueron dadas por mis compañeras y en ese momento me entere que también en la mañana la habían puncionado otras tantas veces.
Por fin encontré una venita con posibilidades y me dispuse a puncionarla, lo cual logre con éxito al primer piquete; la fije, le pase su medicamento y la deje dormir.

A la mañana siguiente, entregue mis pacientes y me fui a mi casa.
Mis guardias eran: martes, jueves y sábado, así que no volvería hasta el próximo martes.

Al siguiente martes llegue a recibir a los pacientes de escolares nuevamente, y al estarme entregando mi compañera a la niña de la sala uno me contó la historia de la “Enfermera de la Lámpara”, la niña les dijo que una enfermera con una lámpara le había puesto el suero y que no la había vuelto a ver, estaba nuevamente sin venoclisis y mi compañera me explico que se había infiltrado en la mañana y que no la recanalizaron porque ella no lo permitió decía que solo se dejaría con “LA ENFERMERA DE LA LAMPARA” porque ella solo le dio un piquete y no le dolió nada y las demás la picaron mucho y no pudieron ponérselo; y todo mundo estaba diciendo que la canalizo “La Planchada”, pues nadie sabia quien era la “Enfermera de la lámpara” y en ese momento le dije “SOY YO”.






Los años nos obligan a pasar experiencias, momentos que se quedaran grabados en nuestra mente, nos enseñan poco a poco que cada uno esconde dentro de si, un mundo fascinante lleno de matices y de color, todo ser humano dentro de sus rarezas, tiene su valor como individuo, lo que aporta a los demás, lo que transmite, es algo difícil de explicar, y a la vez de comprender, es algo que no se entiende pero sucede, es ahí donde esta lo fascinante del ser humano, nunca sabes donde o a quien vas a transmitirle algo que tu ni siquiera te das cuenta, pero que la otra persona de alguna manera lo percibe.

Creo que fue por 1987, yo estaba ya en el turno vespertino continuaba siendo enfermera de substitución en el mismo HGZ del IMSS, y por ese tiempo estaba haciendo un interinato en Medicina Interna, del lado de mujeres; en realidad no recuerdo el día ni el mes, pero si recuerdo que fue como a las 6 de la tarde cuando recibí un ingreso en una de las salas a mi cargo, era una anciana que venia acompañada de su hija, quien empujaba su silla de ruedas, las recibí con una sonrisa y la compañera que las acompañaba me entrego a la paciente y se fue; en ese momento me di cuenta que venia bastante mal, insuficiencia respiratoria marcada, palidez extrema; su hija se veía bastante inquieta y lloraba cuando llego, pero en el momento en que llego junto a mi y las recibí, su cara cambio, se calmo y me pareció mas tranquila y confiada.

Acomode a la paciente en su cama, le coloque el oxigeno y le di a su hija las indicaciones pertinentes, en realidad han pasado muchos años de esto y no recuerdo cual era el diagnostico de la paciente, solo recuerdo que la hija pasaba toda la noche y mañana con ella y solo esperaba a que yo llegara y siempre me decía lo mismo al verme: ahora puedo irme a descansar tranquilamente porque usted esta aquí; así pasaron los días y la paciente fue mejorando, hasta que llego el día en que estaba completamente reestablecida y la dieron de alta en el turno matutino.

Cuando llegue a recibir el turno, ellas estaban terminando de obtener las indicaciones que les había dejado el medico tratante; cuando la familiar (hija de la paciente) me vio, acudió a mi encuentro para informarme del alta de su mamá, me dio las gracias y me dijo: Señorita, quiero decirle algo y no quisiera que me lo tomara a mal, pero quiero que usted lo sepa; se acuerda del día que internaron a mi mamá?
Ese día yo sabia que ella estaba muy mal y casi estaba segura que esa noche se iba a morir, pero cuando llegamos aquí y usted con su sonrisa nos recibió, en ese momento al ver su cara (la mía) yo supe que mi mamá iba a sanar, mientras usted estuviera con ella , fue como un mensaje de Dios.
Ella me dijo estas palabras de una manera y con una emoción tal, que realmente se han quedado conmigo como un bello recuerdo.




Basta una leve sonrisa en tus labios para levantar el corazón, para mantener el buen humor, para conservar la paz del alma, para ayudar a la salud, para embellecer la cara, para despertar buenos pensamientos, para inspirar generosas obras.

Fue por el año 1990, yo ya era Enfermera General de base del turno vespertino en otro HGZ; en aquel entonces yo estaba fija en cuarto piso de Medicina Interna. El piso estaba distribuido hacia el ala izquierda con pacientes mujeres y hacia la derecha hombres, se dividía en 3 o 4 secciones de acuerdo a los equipos de enfermería que se asignaban, también acorde a esto era el número de pacientes asignados los cuales se distribuían por salas o sea que cuando éramos 4 equipos nos correspondían dos salas generales y 2 aislados a cada equipo y nos íbamos rolando mensualmente para que a todas nos tocaran todos los pacientes.
Pues, ese día cambie de equipo después de pasar 2 meses con pacientes mujeres, rolaba hacia el lado de hombres; el primer paciente que me entregó mi compañera del turno matutino era un muchacho joven, como de unos 28 años, acababan de subirlo de Terapia Intensiva, recuerdo que se llamaba Martín; se veía mal... estaban cubiertos de vendas sus brazos y piernas, tenia un catéter a subclavia con soluciones... se veía muy débil... muy delgado, tenia sondas en su cuerpo para alimentarlo (gastrostomía), sonda foley, etc., además de traqueotomía; le dieron una brutal golpiza para robarlo y lo dejaron casi moribundo!; me decía mi compañera mientras me lo entregaba, hay que hacerle cuidados de la traqueotomía, aspiración de secreciones bronquiales y lavado bronquial por turno y es un gran problema el lavado bronquial porque avienta secreciones para todos lados.
Llegado el momento del lavado bronquial me armaba con sabanas, bata, lentes cubrebocas, gorro mas el equipo necesario para el lavado, pero era un paciente muy cooperador al menos conmigo, porque ninguna de mis compañeras querían quedarse con el, si alguna vez les tocaba me lo cambiaban; creo que se fue haciendo un poco dependiente de mi, hasta me hizo prometerle que cuando se curara iría a bailar con el; me pidió una foto, a mi me hizo mucha gracia, la quería pegar en la pared para verme cuando yo no estaba allí, principalmente mis días de descanso, decía que se la hacían muy largos.
Su voz no era audible a causa de la traqueotomía, pero con el movimiento de sus labios la conversación era entendible casi en totalidad, de esa manera llegamos a hablar acerca de la evolución que tuvo, de múltiples temas, de su enorme voluntad de salir de esa cama y lograr otra vez un estilo de vida óptimo, lo que lo deprimía más era que no se veía mejoría y que su médico tratante no le daba muchas esperanzas y me decía: mis músculos inmóviles, inútiles desde hace tiempo, son incapaces de transmitir mi nerviosismo porque para ellos cada uno de mis días es igual al anterior.
Sus familiares y amigos venían todos los días y trataban de suavizar la realidad con palabras de aliento; hasta que un día su hermana me dijo que se lo llevarían a Torreón porque aquí, si lo dejaban se iba a morir.
Y Martín se fue; no se bien cuanto tiempo paso, ya hasta lo había olvidado casi por completo, creo que fue mas de un año.

Y un buen día se presento ahí en el cuarto piso un muchacho alto, guapo, bien vestido que preguntaba por mi, cuando estaba ante el me dijo: vengo a que cumpla su promesa!, le dije cual promesa, quien eres? yo no te conozco; me dijo claro que me conoce!, ya no se acuerda de mi?, soy Martín y tiene que ir a bailar conmigo!

¿Moraleja? ¿Hace falta realmente que lo explique? Si quieres de verdad la vida, si hay amor, familia, amigos, proyectos, en ti y de ti, puedes luchar siempre, contra el peor enemigo, mira siempre hacia adelante, hay una salida. No porque seas imprescindible para otros sino porque lo eres para ti... y tú eres el que cuenta.

Al estar reflexionando me doy cuenta, que ha pasado tanto tiempo…..
Y parece que fue ayer!

Texto agregado el 27-11-2007, y leído por 171 visitantes. (0 votos)


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