24/11/2004

Marta dice que si quiero entender algo, tengo que escribir un diario. Lo intento. Ella dice que tengo que poner todo lo que pienso, sin juzgarme dice ella , dejar que las ideas fluyan. Las dejo fluir y me encuentro con que tengo la mente en blanco y para hacerme venir las ideas abro otro paquete de chocolates, los de verdad. Los otros, los sin calorías los light como dice Henry no me sirven. A lo mejor tienen el mismo gusto, pero la palabra light me molesta con todas esas consonantes inútiles.
Marta va al psicoanalista, o mejor podria decir que no va al psicoanalista. Va una reflexóga pero no para que le de masajes a los pies sino para que le enseñen a reflexionar . Lo primero que le aconsejó fue que escribiera, aunque no tuviera nada que decir que asì se va a entender mejor. Va a saber lo que piensa. Yo a Marta podría curarla sin tanta reflexión, es sólo una malcriada que tuvo y tiene todo lo que quiere apenas se le ocurre y eso la deja insatisfecha , siempre tiene más y disfruta menos.
Marta dice que el hecho de escribir le ayudó mucho y que me lo aconseja porque yo no puedo gastar en un tratamiento y ella me va aconsejando gratis todo lo que le dice la rdoctora. Según ella algo no debe funcionar en mi cabeza porque como compulsivamente y no hago como esas que se llenan de comida y después vomitan, yo me guardo todo y lo convierto en grasa, en mole, en rollos y en abundancia; soy gorda. Ella dice fuerte, el médico dice obesa. Henry evita hablar de eso porque ya se cansó, el pobre. Me llama chichona. Parece que se resignó a tener una mujer foca.
No me soporto. Todo en tres palabras NO ME SOPORTO
¿para qué seguir escribiendo?