Tu magia, tu hechizo, tu alma valiente al llanto
Tu rostro de mármol persa.
Tus manos… calidas que sostienen imperceptiblemente
Mi cosmo, mi universo, callado, taciturno.
Tú musa de bohemios, haces de las noches eternas, como estas,
Oscura, fría y calida…
Tu aferrada a mi sueño inmortal, en ese imperio de lo imperfecto
Invisible, calcinado en la mejilla.
Nada más, nada menos, eres la energía, electricidad,
Alteras mi pulso moribundo, destruido por el fuego.
Calienta a alma en sus brazos volcánicos…
“tu ser supremo de luz, vuelve a mi corazón cobarde
¡Que te espera¡ en su sentimiento sangriento”…
Gabriel
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