- Mientras avanzaba calle abajo, intentaba explicarme el porqué de una o o dos cosas. Ahora no recuerdo cuáles. ¿Sabes? Siempre he pensado que hay una magia especial en el hecho de salir a la calle y encontrarte con alguien, independientemente de la persona que sea. Es como un sueño. Un momento... - Carlos hace una pausa y pega una calada - un momento donde no caben los errores. Donde todo gesto es bienvenido porque intentamos ser agradables, o al menos, una versión superior de nosotros mismos.

- Estoy de acuerdo - la cara de Eduardo está ya rosada. Son las doce de la noche y el Nilo está lleno. Lleva bebidas tres cervezas.

- ¿Y eso es todo? ¿Estás de acuerdo?

- Pide otra.

- No.

En ése momento aparece entre el gentío la hermana de Eduardo. Alta, morena, y guapa. Carlos aún no sabe como se llama, pero lleva demasiado tiempo sin hechar un polvo como para que no le importe.

-Carlos, esta es mi hermana Carmen.

-Encantado - dice Carlos sin levantarse - ¿un cigarrillo?

-No fumo, gracias

De pronto Carlos pierde el interés, y sigue hablando con Eduardo mientras Carmen va a la barra.