Puede ser que,
al entrar en un mundo subterráneo,
entre lodos recordados,
tierras amadas,
fantasmas,
gnomos,
elfos y xanas,
y luces,
y sombras,
recuerdos y esperanzas,
en un medio viscoso,
poco amable,
las semillas olvidadas,
bajo tierra,
renazcan con música de blues,
con jazz improvisado,
con adolescencia juvenil,
y generen esas raicillas,
cargadas de energía,
que intuyen la luz,
la necesitan y la buscan.
Primero la Luna plateada,
después el Sol,
siempre hacia arriba.
Vestida de verdes tallos,
vergonzosos y desconfiados primero,
Orgullosos y repletos de flores que ya son,
y que anuncian un futuro,
porque puede acabar el viaje por las sombras.
Y sólo se ve luz, y música,
y aromas refrescantes,
placenteros y fiables.
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