¿Qué es ser gorda para mí? Es una buena pregunta, la verdad es que es un tema bastante controversial, para gordos y flacos, porque muchas veces hablamos desde el Ego y no desde el corazón. Pero hoy voy a dedicar únicamente, a lo que veo y siento yo, no voy a involucrar a nadie más; me voy a hacer cargo.
Una de las primeras cosas que se me viene a la cabeza, es que representa una comodidad. Yo YA ESTOY gorda, entonces si quiero comer algo como una golosina, fritura, o alguna comida que engorde, no me genera mucho conflicto, porque como ya estoy en el lugar supuestamente tan temido, una comida más, una comida menos, no va a hacer la diferencia.
Lo más profundo que encontré pensando en esta consigna es que SER GORDA ES UN CASTIGO Y UN COMPROMISO MORAL. Sí… grandes palabras para una persona, digamos, grande también.
¿A qué me refiero con castigo y a qué con compromiso moral? Bueno, vayamos por partes…
(Recuerden que estoy hablando de mi experiencia personal, no estoy generalizando a que a todos los gordos les pasa lo mismo.)
El castigo y el compromiso son dos cosas que en este caso, irían de la mano. Por un lado está la culpa por no cuidarme, por querer comer cosas que sé que engordan; la culpa lisa y llanamente por ser gorda (lo cual me lleva a seguir siendo gorda, es un círculo vicioso, culpa por no poder adelgazar, por no ser linda, culpa por dejar que muchas veces mi exterior termine importando más que el interior. Culpa por ser banal, superficial, culpa porque uno dentro de sí sabe que cuando no agrada a los otros no es por ser gordo. En fin, la lista podría ser interminable, pero dejemosla por acá, en este punto ya se entiende a qué me refiero.
Pero por otro lado, tenemos un aspecto casi complementario, que es la obligación moral. ¿Por qué? Por la tan conocida rabia de que para que una mujer tenga éxito, tiene que ser hermosa. Entonces ¿Qué hago? Soy gorda. E intento tener éxito de esta manera. Intento mostrar al mundo lo superficial que es, intento mostrarle a mi pareja o antes a los hombres que se me acercaran, lo animalito que son que quieren las medidas perfectas. Es como meter el dedo en la llaga, pero esta vez en los flacos y también en los gordos, para mostrarles cuán equivocados están.
De lo que se desprende otra cosa muy importante: ¿Cómo voy a ser flaca, si el hecho de estar flaca implicaría “pasarme de bando”? Implicaría haber dado el brazo a torcer y haber adelgazado por una cuestión estética y superficial. Implicaría ser otra “flaca hueca” que sólo se preocupa por andarse mostrando.
Por eso digo que es todo parte de lo mismo.
Es el amor y el odio, el desear y querer reprimir ese deseo por considerarlo malo.
Es el castigo y el premio desde dos puntos de vista diferente.
Es puro Ego. Para un lado y para el otro.
¿Qué es lo importante entonces? Principalmente la salud. Creo que me puedo dar el lujo de estar así, porque por el momento no influyó en mi salud, sólo afectó la estética y porque considero que no voy a dejar que se me vaya de las manos. Llegué al peso en que estoy por diversas razones, y no bajo por lo que acabo de enunciar, entre otras cosas.
Otra cosa más que me viene a la mente es la familia. Si uno crece en un ambiente en el cual todos dicen que estás gorda (aún sin estarlo), donde comer es una culpa y hay que hacerlo a escondidas, donde desde chico te meten el trauma que representa ir a un nutricionista, donde te hacen odiar a tu cuerpo por ser gordo (aunque no lo sea) y mismo por eso, odiar a los flacos porque uno no lo es (aún cuando tal vez sí lo sea); entonces, es muy posible que uno siga cumpliendo el mandato, el decreto familia de “sos gorda”, aunque esté encubierto por un “tenés que adelgazar… por tu salud”.
Podrían ser dos cosas entonces, cumplir con el decreto o rebelarse al mismo y estar gordo por llevar la contra. O ambas.
En resumen, soy una gorda rebelde que cumpliendo el mandato familiar le demuestro al mundo desde mi propio odio y resentimiento, que los gordos triunfaremos. |