Cuando los diseñadores de exteriores pusieron de moda la idea de exhibir en los grandes jardines a los hermosos flamencos de plumas rosadas (Phoenicopterus ruber) en la laguna Cabral un lugar desconocido para casi todo el mundo, la captura de esta ave fue un negocio muy lucrativo atrayendo interesados de diferentes países.
Directores de muchísimos zoológicos enviaron a buscar miles ejemplares a cualquier precio y los conseguían con mucha facilidad.
La colonia de flamencos se vio muy afectada y luego de varias reuniones decidió a unanimidad recoger todos sus huevos y marcharse a otro lugar donde nadie le molestara.
Luego de su huida en bandadas no aparecía un flamenco en la laguna Cabral ni para remedio, pero a la colonia de flamenco se le olvidó uno de sus huevos y no se enteraron jamás.
Tres gansos juveniles por casualidad vieron el huevo entre unos troncos secos y lo tomaron con intención de jugar béisbol con el, llevándolo con ellos a su habitad.
Mientras lo llevaban el abuelo búho desde su árbol percibió el fuerte olor a huevo de flamenco y les aconsejó a los gansos que no lo usaran para jugar sino que lo empollaran, pero no fue fácil convencerlos y tuvo que contarle la siguiente historia:
-Ese es un huevo de ave Fénix, que reposaba en un rosal en el Jardín del Edén. En el momento en que el ángel expulsaba a Adán y Eva del paraíso por haber comido del árbol prohibido, una llama saltó de su espada y quemó el rosal y también al Ave Fénix que nunca comió el fruto prohibido.
Como premio por su obediencia, Dios le otorgó al Fénix el don de ser eterno y cada día renacería de entre sus cenizas.
Al momento de morir, el Ave Fénix construía un nido con especias aromáticas y restos de hierbas, colocaba un único huevo y al tercer día el nido ardía, quemando totalmente al Ave, y de las cenizas renacía el huevo que se convertiría nuevamente en el Fénix, con sus plumas impregnadas de un rosado eterno.
Del huevo salió al poco tiempo el pichón al cual le pusieron como nombre Fénix quien era muy discriminado en la comunidad de los gansos por flaco y feo que se veía.
Los gansos adultos siempre le peleaban a Fénix por todas las cosas raras que él hacia y sobre todo por los pensamientos extraños, entre ellos el asunto de renacer.
Fénix el flamenco no sospechaba que era diferente a los gansos, pero siempre anhelaba renacer en otra comunidad de aves que lo amaran y lo respetaran, pero no sabía en cual, hasta que un día vio volar una bandada de flamencos que parecía un millón de pétalos de rosas llevado por el viento de un lugar a otro, entonces muy emocionado dijo:
- ¡Esa es el tipo de ave que me gustaría ser!
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