LA AÑORANZA DEL OLVIDO
Inmerso en olvido parecemos encontrarnos todos, es el olvido la esencia tangible del recuerdo…. Oh si, olvidar, palabra que parece rasgar los corazones, carcome la nostalgia, se convierte en la añoranza eterna del ser lo que quizás no se sea jamás. Convirtiendo a la contradicción en la única realidad sostenible de lo visible. Un mundo que ofrece pocas alternativa, construido en la gran base de lo imaginario y fantasioso, se logra entender el alivio del loco, el sueño del cuerdo.
Como hiere la cordura, como mata la vida, como atrapa la realidad. La incompreción, el olvido, la irracionalidad, el frenesí, la euforia, el éxtasis terminan teniendo el mismo sabor, la misma consistencia. La muerte, el canto del silencio y de la soledad, te regresan al mismo lugar.
Olvido, penumbra furtiva, que te lo llevas todo, que no permites ver la diferencia, entre tener algo o simplemente ser dueño de nada. Cuando no hay más que decir, sencillamente no hay historias que contar. Ya todo está dicho para que seguir repitiendo lo mismo, para que armar escándalos, ¿Qué parte del silencio no queremos escuchar?, ¿es el olvido, Quizás?
Otra vez en la misma sala me encuentro, viéndome forzada a escribir para aliviar mi mente, mis ausencias se acumulan, el olvido del cual no me desprendo esta nuevamente haciendo de una pantomima de mí. Que cansada estoy, de solo pensar, y añorar en falso lo que quizás nunca fue jamás, te introduces en mis pensamientos llegas nuevamente a mi vida luego desapareces quedándote permanentemente con migo, solo con migo. Tocan la puerta me buscan quien podría a esta hora atreverse a interrumpir mi silencio, mi automorificación diaria.
-Buenas tardes, como está, me pregunta con una voz ridículamente estilizada
Volteo mi mirada para ver muy bien quien me busca. Era un hombre no muy alto, de piel blanca, sonrisa amplia, piernas gruesas y apretadas. Me atreveré a no mencionar lo que pensé. Wow
-Buenas Tardes- respondí, a lo cual agregué en tono burlón- ¿Qué se lo ofrece distinguido caballero?
- mire yo vengo a traerle un mensaje de Alfonso, pues la verdad lo amo y lo he amado toda mi vida, que pena no me he presentado, mi nombre es Carlos y fuimos pareja hace muchos años, hoy Alfonso está muy enfermo, se está muriendo y solo pide verla.
Me quedé muda, no podía asimilar lo que me decía, eso debía ser una broma, de las peores bromas que alguien podía inventar. Solo pensaba que al encontrármelo se burlaría de mí como el pastorcito mentiroso. Son muchos años sin ver a uno de los hombres que más he amado. Después, al volver a respirar, sin reconocer ni voz ni mis palabras, dije- ¡lléveme, lléveme a verlo. Quiero verlo, verlo en vida que es lo mismo que muerto-no sé si aquel hombre se disgustaría con mi comentario o simplemente no lo entendió, que para mí es lo mismo. –es lo que deseo señora, acompáñeme por favor- respondió
Me dirigí a la salida, no podía pensar en nada, no reconocía nada, y no deseaba saberlo, me en embarqué en un viejo y destartalado auto modelo 60, que a duras penas andaba. Después de una hora larga de viaje recordaba nuestros días gloria. Alfonso, alfonsito. Nuestras largas fiestas, borracheras, lágrimas, victorias y derrotas, vivíamos burlando la vida.
-Disculpe señora ya llegamos, espere un momento- interrumpió Carlos –mire señora que pena con usted pero la verdad es que Alfonso no está, lo que me es extraño porque el no puede moverse de la cama, el no puede ir a ningún lado, en la condición que se encuentra, nadie por aquí lo conoce y nadie sabe que se encuentra con migo-
En ese momento me sentí tranquila e inclusive feliz, sabia que ese no moriría rápido, que le costaría un par de años a la flacucha muerte para llevárselo. Estándome allí con suprema tranquilidad, le pedí al señor que me indicara el camino más fácil para llegar a mi hogar. A lo cual respondió sorprendido y preocupado – pero, señora, ¿no me va ayudar a buscar Alfonso? Lo único que podría decirle acompañado de un cinismo particular era – no-. Era extraño no necesitaba respuestas, no tenia que decir nada y no quería seguir haciéndolo, así que me fui. Todos añoramos lo perdido sin importar que sea, todos queremos aferrarnos a la vida por eso no s preocupamos por la muerte, tenemos que decir algo para dejar de existir, y yo sabia que Alfonso mi gran amor no dejaría de ser, quien es, siempre está con migo, siendo el mismo, su mirada, sus palabras – Amiga, hay que follar, hay que follar que el mundo se va acabar- era su frase predilecta y ahora nos encontramos los dos, fallándonos la vida. Él sentado sobre su tumba y yo sobre la mía como debía ser, recordamos y añoramos siendo parte del olvido, siendo lo que quizás no seamos más.
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