DE MI DIARIO
Junio 3/2006
Y yo me hacia allí recostada en mi cama aquella noche, en la que la calma solo daba lugar al recuerdo, al reproche y al remordimiento que ejercía el deseo sobre mí. Como olvidar aquel instante en que por fin las palabras se convirtieron en gestos, aquello que hacia evidente lo que el cuerpo deseaba. te acercaste por mi espalda cuan ladrón podría robar mi furtivo corazón. Luego como si un gran remolino de vientos nos Tomara quedamos envueltos en besos y caricias, ¡envueltos! que ironía. Pero así son las cosas, así es la vida, una maldita ironía fatal. Todo fluía, la humedad nos llevaba a perder la razón. La razón, que si está condicionada por las palabras y presa por nuestros miedos. Surge allí en ese momento, donde primaba el lenguaje más instintivo del deseo la palabra juego, la cual pareció matar fríamente y sin compasión alguna aquel instante…. ¡porque nos joden las palabras de esta manera!, porque nos complica y contradice la vida. ¡Jugar! y es que acaso ¿no es esto lo primero que aprendemos? O es ¿que le tememos a nuestras propias perversidades?
Hoy me siento cuan victima de una comedia histerica, donde me lamento por no haber probados de esas mieles que me hacen saber que es ser mujer. Todo ahora es solo huida, escape al deseo y mi cuerpo solo me reclama por quererte dentro de mí, mis entrañas parecen necesitar de ti. Esto parece un veneno pulsional pero delicioso en si mismo; lo cual me lleva a preguntarme ¿a que le huimos? ¿a nuestros propios deseos? y es ¿qué no es eso lo que no hace verdaderamente miserables? ¿La huida?
Aun siento tus labios en mi piel, cada noche acostumbro a bañarme como si tratara de limpiarme el alma. Pero esta noches es diferente a cada noche, aunque quisiera, no pude hacerlo y es que no podría ignorar el deseo de mi alma, de quedarme con tigo, con tu olor, con tu piel, con el deseo puro y perverso de tenerte dentro de mi.
Recuerdo una y otras vez la palabra que de verdad me tortura y está no es juego; si no desafío, hasta donde podría desafiar el deseo a la moral y nuestros miedos más ocultos. Es como una fotografía que ronda sobre mi cabeza te levantaste en medio del remolido de caricias, como si le huyeras al demonio por busca de un cigarro, como si lo que estabas haciendo tendría una condena eterna. Pues claro era delito de las furtivas pasiones, no la soportabas como si te condujera a la puerta del abismo del cual no regresaría. Te levantase, abriste la puerta, te sentaste en la silla más cercana, me miraste con una sonrisa de gusto como si lo supieras todo. Me dijiste con ese mismo tono que combinaba perfectamente con tu rostro -me desafías. –
Me dejas estupefacta inmóvil, hoy no entiendo quien me domina, si lo haces tú? o el deseo? La vida es un conjunto de instantes y tú eres uno de ellos. ¿Como no remorderme?, como no cuestionarme?, como no pensar? Hay cosas que sobrepasan las palabras y los símbolos aprendidos y esto es el leguaje primitivo como el deseo… y eso es lo que quiero con tigo. Comerte entero sin que quede un minuto para las palabras, sin que quede un espacio de tu piel sin ser explorado por mí.
El recuerdo nunca es suficiente para calmar mi aire animal, mi mirada de león cuando mira y estudia su presa, la contempla la desea y la atrapa. ¿Qué me pasa con tigo? ¡MALDITA SEA! Qué le hiciste a mi tranquila y aburrida vida, todo era común. Pereciera que tu piel estuviera cargada de un veneno mortal.
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