Ya no siento tus ojos miopes clavados en mi nuca, mas me observan burlones dentro de mis recuerdos. Tus labios ya no me hablan, aunque a veces tu voz es la única compañera en mi desierto. Tus dedos no retiran el pelo de mi cara (por eso lo he cortado), pero pasan las páginas conmigo. Tu boca se secó, llena de barro y ya no saborea una pinta de Grimbergen cuyo sabor me asalta en un café dónde te llamo a gritos en silencio . Tu olor se fue contigo, sin embargo tu aroma me acompaña jugando al escondite, bálsamo de ida y vuelta, recurrente. Hoy puedo proclamar que la muerte no pudo con tu esencia, nada indica que has vuelto sino que no te has ido.
Texto agregado el 23-11-2007, y leído por 83 visitantes. (1 voto)