No creo que sea necesario explicar que estaba con 4 o 5 whiskys en el cuerpo. Las noches para mi varían mas que nada por la cantidad de puchos, minas y tragos mas que por otra cosa. El estado de conciencia daba paso a ponerme cada vez mas pesado, que con ganas de transar los temas que salieran a la mesa. Para desgracia de ella, estaba sentada a mi lado, creyendo aun, que tal vez yo iba a cambiar mi posición. Otro vodka para ella, otro whisky para mi. Gentilmente le ofrezco fuego. Un pucho mas para ambos, la mirada cada vez mas nublada, cada vez mas subiendo mi malestar. Y ella que sigue, para su mala fortuna, tratando de entablar una conversación que si funciono unas horas atrás, acompañados por unas cuantas jarras de cerveza. Y la chispa que detono y el fuego que empezó y los insultos no dudaron en salir de mi boca. “Correte maraca chuchetumadre” fueron las ultimas palabras que le dije aquella noche. Y esa noche que no ha terminado. Menos aun su veto. Veto totalmente comprendido, el temor a mis insultos la superan y lo entiendo. Yo y mis noches, yo y mis tragos, yo y mis insultos...yo. Lo que si estamos claros es que sin noches, sin tragos y sin insultos, no seria yo.