La duda se había disipado ya al presenciar de manera tan cruda el desenlace de aquel pensamiento que comenzo de una manera tan casual e infima en las últimas tres noches. Ante la presencia de mi afectada vista, yacian desligados de su conjunto aquellos miembros ensangrentados que se me presentaban reprochantes y frios. El arma homicida reía diabolicamente en mi mano derecha, mientras hilos de sangre se deslizaban por su afilada hoja metalica que destellaba al contacto con los tibios rayos que invadian la fria recamara de Amelia. Un fuerte y agudizimo dolor comenzo a hacerse presente en mi cabeza recordandome que nadie en el mundo sufria mas que yo. Ni siquiera aquellos despojos que descansaban ante mi sintieron el tormento que me acompañaba desde que tenia uso de razon; ni siquiera al ser atravezados por el filo de mi hacha. Como siempre seguiria solo y atormentado, como siempre el dolor me otorgo el poder de poseer por un momento la atencion que esta mujer me nego durante tanto tiempo. Al final fui yo quien decidio el curso de las cosas, al final fui yo quien se apodero de tu escencia vital Amelia, aunque fuese con la sangre de tu maravilloso ser. Al tomar del piso mis arruinadas gafas, las lleve presurosas hacia mis ojos, que lloraban por la inevitabilidad de un amor no correspondido y se fundia con la sangre del objeto de mi locura, la sangre de mi amada Amelia; que salpicaba incesante sobre mi rostro al regalarte la inmortalidad en mis pensamientos, al romper la fragilidad de un cuerpo que jamas me arropo con el candor que tanto deseaba. Al final nada mas importaba, pues mi razon para existir yacia ante mi fria e inmovil, pero purificada por una fuerza amatoria tan grande que te otorgaba una existencia que rompia las barreras de la carne y la razon, para nadar eternamente junto a mi en el torrencial fluir de la inmortalidad. En seguida decidi abrir el ventanal que aprisionaba el sofocante olor a rancio que inundaba la habitacion. Al posar la vista hacia aquellos nubarrones que pareecian arremolinarse justo al centro de aquel cielo rojizo, note como aquel sol afectado poco a poco parecia irse diluyendo hasta quedar casi sepultado en su totalidad. Aquella imagen parecia representar fielmente lo ultimo que quedaba por hacer antes de alcanzarte en aquella existencia donde te encontrabas ya. Tendria que tomar aquel ultimo boleto sin retorno hacia el recorrido mas feliz de mi existencia, sin existir mas en esta vida arida y excecrable de la cual solo recibia dolor y mas dolor. Pero poco importo el haber padecido tanto si justo aquí, detrás de tan exsulsa existencia, de largos y largos dias sin proposito ni direccion, te me presentabas perfecta. Recuerdo aquella noche que te vi por vez primera, caminando tan segura de ti en aquel frio callejon que limitaba las luces de neon de la ciudad. El cabello rubio que ondulaba ligero al contacto con el viento que me susurraba al oido “he ahí la razon de tu existencia” El fulgor de aquellos ojos verdes que me atraparon para siempre en una jaula de locura. A partir de aquel dia, a lo unico que se aferraba mis ganas de existir eras tu, mi dulce Amelia, que aparecias para convertirte en mi razon de ser. Pero como siempre la vida deparaba el mas cruel de mis martirios al saber poco despues, que le pertenecias a otro hombre. Que al pasar los dias quedaba mas prendado a ti y que sin importar cuantas veces me aparecia en tu camino, nunca me notabas y pasaba a mi lado sin siquiera a dignarte a compartir conmigo, aunque fuese un instante, aquellos ojos tuyos. Al saber que jamas podrias ser mia, la desesperacion me dominaba y volvia a caer en cuenta de que al no quererme el mundo ni sus hijos, yo no tendria que quererlos tampoco, y dominandome una colera final decidí llevarte conmigo donde nadie mas pudiese arrebatarte de mi lado. Dirigiendome hacia el ventanal aquella brisa nocturna cubria la habitacion que estaba ya en una penunbra casi total, comence a quitarme toda aquella ropa ensangrentada deseoso de cruzar hacia la profunda noche que se presentaba mas alla del ventanal, como un portal hacia un nuevo comienzo. Que ligera y fresca me parecia aquella brisa nocturna que me inundaba de pies a cabeza, introduciendose como un balsamo sanatorio de propiedades desconociadas pero reconfortantes. Por vez primera comenzaba a respirar los efluvios de una vida con proposito, y conmovido desde los cimientos mas reconditos, de mis labios se esbozaba una sonrisa de satisfaccion. Enseguida mis pies avanzaron hacia el ventanal, y mi corazon resignado latia desvocado en mi pecho; al tiempo que fijaba la vista hacia las brillantes estrellas posadas en la lejania. Con la imagen de mi amada Amelia cruce hacia el vacio. Unicamente hasta el final, donde el tiempo me otorgaba los ultimos fragmentos de existencia me sentí feliz, mientras contemplaba como escapaban veloces las estrellas hacia la oscura boveda, y mi cuerpo se precipitaba irremediablemente hacia el vacio.