Vete.

Llamados deseos, entre el tacto de las yemas de los dedos y la dureza de las acciones, lloradas por las palabras que recorren como gotas de lluvia los rincones más calados del corazón.
Y es de esperar las malas temporadas, donde la felicidad se aleja y el amor no quiere saber nada de los besos y caricias que hacen daño al recordar los lazos que mantenían unida nuestra columna vertebral.
Mañana, las delicadas brisas que alejan los recuerdos, nos indicaran en nuestro melancólico rostro las perdidas que nos unieron. Y sin querer, la felicidad se va perdiendo a medida que comenzamos a querer, como un lamento moribundo a la espera de volver a retroceder a ese primer instante, donde sentir la mentira de la vida tan cerca crea los deseos que llamamos amor y felicidad.
Aquellos días…las mentiras de la vida me hicieron creer en ti.