Híbrido.
Evaporo el silencio, aquél que ha invadido mi voz.
Acumulo pruebas, rastros de lo que fuimos.
Lápidas, monumentos, estalctitas.
La infancia de nuestros nombres dormidos en aquel rincón del callejón "MiL".
Despierto con el reflejo de tu cuerpo en la ventana.
Exploro el sendero de tu meñique, la escultura de tus brazos, el hueco de tu codo, el mar de tu clavícula, relleno de músculos cálidos, cubierto de piel, contorno de seda.
Tu cuello compartido por mis dedos, mis huellas han recorrido tu cuerpo divino.
La boca dulce, los labios que toco, la liviana punta de mi lengua intenta lamer el amor de tu alma.
La lengua de mi ser habla con tu cabello,
la lengua que juega sincera,
la punta de mi lengua doblega tu sueño,
tu lengua y el calor de la mia.
He penetrado las pupilas de la razón,
los códices del amor,
la variedad de la sensualidad que no se cansa,
el deseo en su destino informal.
La grandeza que transpira tu instinto,
me he detenido, no puedo seguir sobre tu calor,
no he detenido, la copa de vino... intacta.
Esporádicamente asomo el ojo izquierdo, lo guio hacia el espejo, lo cuido, lo calmo, reflejo divino, exquisita copia de ti, sobre mi cama, entre la sábana, en el jardín, entre manzanas, entre las fresas, me rodea tu brazo, me cuidan tus piernas, tu pelvis, mi espalda y tu pecho, regresa mi ojo al nuevo sueño. |