“Te odio porque siempre tienes la razón.” Fue lo que pronunciaron sus labios aquella tarde de agosto cuando la acompañaba a su casa después de aquel acontecimiento tan perturbador que mis ojos habían presenciado sin poder hacer nada, mas que consolarla y acompañarla hasta esa casa en la que todos los días, sin excepción, tenia que llegar para que alguien le diera un plato de comida y le mandara hacer la misma.
Caminábamos sobre la acera de aquella larga calle que mas bien parece carretera, pero que no lo es porque no lleva a ningún lugar interesante. La tarde era cada minuto mas grande y los escasos rayos del sol iluminaban nuestro camino, sin conocer toda la tristeza e impotencia que en esos momentos había en ambos mientras dábamos pasos torpes que mas de una vez casi me hacen tropezar.
Tuve que tratar de consolar a aquel pedazo de persona que andaba junto a mi, pero que no estaba en ningún lugar. Su mirada decía que su mundo estaba desecho, sin posibilidad de volver a construirse en mucho tiempo, sin saber la proximidad de nuevos amores que tendría que conocer en esa vida.
Sus ojos miraban el piso mientras trataban de entender que pudo salir mal, yo tampoco sabia que había pasado, ni que estaba pasando en ese momento. La abrace y caminamos así durante mas de 1 hora sin pronunciar palabra alguna, hasta que sus ojos me miraron tiernamente y sus labios pronunciaron la frase con la que inicio mi descripción: “Te odio porque siempre tienes la razón”, y tenia la razón en que la persona que caminaba con ella siempre había tenido la fortuna de tener la razón.
Días antes recuerdo que le había advertido a “Maria” que es como la llamaremos a esta persona, que ella y “Luis” simplemente no eran compatibles, pues ella era tierna, aunque dura en ocasiones; chistosa aunque a veces le gustaba tomar las cosas en serio, sin broma alguna; mientras que el no era muy atento, a veces se olvidaba de ella y aun no sabia que debía hacer para complacer a una chica.
Los problemas aparecieron por el disparejo carácter de los dos, y fue en la pelea mas fuerte en la que el que ahora es narrador de esta historia se convirtió en participe de ella, pues me vi en la necesidad de “darle un poco de compañía y comprensión”, que fue el momento que relato con anterioridad.
Ella nunca lo supo, y tal vez nunca lo llegara a saber, pero después de ese acontecimiento me sentí mas cerca de ella, e inclusive llegue a amarla sin quererlo, y yo nunca llegare a saber si ella llego a sentir lo mismo que yo sentía por ella, tal vez si me amo, tal vez hasta llego a odiarme “por tener la razón”. Eso ahora ya no importa, pero surge la duda en todo momento:
¿Creer o no creer en el amor?
Esa pregunta tendrá lugar el día en que todo el mundo llegue a estar en paz, o simplemente en el mismo día en que este corazón que ahora late desesperado llegue a encontrar a su princesa y cerrar así el cuento eterno de la vida y de la duda.
Acabado el día: 18/08/2007 23:22:02.
Basado en hechos reales, de los que su servidor ha sido testigo y protagonista a la vez. |