No fue casual encontrarte,
no fue un accidente besarte,
trancurrido este tiempo
entiendo que existió amor...
Sí, de parte mía, quizá
solo un pedazo de corazón sintió.
No coincidimos solo porque sí,
teníamos preparado un sueño
compartido para dos, yo decidí
aquella noche ser sirviente y dueño,
y sí, lo decidí porque te quiero
y te quiero siempre para mí.
Naufrague en la razón alguna vez
y quise ponerle sentido a esto,
pero la verdad es que como ves
simplemente no funcionó,
se fusionó mi corazón con tu ser
y hoy el sentimiento se accionó.
Como un engrane perfecto
a mis días, me enganché,
me perdí y por defecto
también te perdí, me enamoré,
me ilusioné y por efecto,
me embriagué de ilusión.
Hoy solo quiero un ratito contigo,
soñar esta noche que así será
de ahora en adelante, que conmigo
dormirás y despertarás cada mañana,
que vamos a hacernos viejos,
que ya no hay despedida, ni telarañas
abriendo la puerta de la soledad.
Dame una razón para olvidarte
o no te vayas nunca, quédate,
dame una mano cálida que me
diga que no te irás, que estarás
por siempre, o si no puede quedarte,
entonces hazme odiarte, rechazarte,
porque de otra manera, no te dejaré irte...
No, esto no fue casualidad,
es la respuesta de la causalidad
que se incrusta en el destino
como fiel y doloroso desafío,
que me brinda a medias
lo que un día a la luna le pedí. |