Un Panda Rojo… yo vi un panda rojo e intuí el comunismo en su pelaje, intuí a Lenin azuzando omnisciente a las masas, como diciéndoles cual rabia sentir, con cual patria acostarse. Un panda rojo y confundí la cannabis con estiércol, entré atontado a un Ménage à trois de dinosaurios y meteoros, a un danzón con mexicanos celestes y anuros alucinógenos donde el antimonio y el azufre hacen el amor con mis pulmones envenenando mi alma vil y roja, como un panda rojo. Un tierno y desaforado panda rojo con lo ojos troquelados, circunspecto aunque enfadado con su propio volumen afelpado, enseñando a sus colmillos como ser depredadores y no estando ocultos en estampitas cursis en las esquelas de una niña manchú aficionada a los taxones e inexistente (sin comprobar acaso), con su vestidito rojo como un panda rojo. Un panda rojo de la China imperial viajado en el tiempo, suturando fisuras crono variables con besos ácidos y gruñidos alcalinos, con zarpazos destemplados y garzas muy muy blancas revoloteando alrededor escapándose hasta mis abrazos para abarcarlas todas. Garzas blancas como yo desvariando, como el semblante bandidazo y simpático superlativo (cómo no) de un panda rojo