Animales…; hoy me anduve fijando en eso; como cambian los gustos, las costumbres.
A mi me gustan los gatos; por su independencia, por su autonomía. Pero ya no se ven, aquí, en mi tierra gatos por las calles. Hoy discutí con un señor dueño de perro; lo instigaba a subir a un árbol; en el árbol había un gato; creo que tenía mas miedo el perro que el gato; el se mantenía digno, arqueado, respetable, seguro de si mismo, el pobre perro; perdida toda compostura no sabía como alcanzarlo…mejor así; mi amigo, el gato me miró con tranquilidad, me dijo con mirada segura, “tranquilo, no te preocupes, se lo que hago”; este perro es un pobre desgraciao; como su dueño.
Le dije solo que no debería estar haciendo eso; que se arrepentiría de hacer agresivo al animal; me contestó que el hacia de su perro lo que le salía de los cojones; comprendí quien era el perro; le hice un corte de mangas y me fui.
Antes era un deporte, perseguir gatos, correrlos a pedradas, pobres ellos, ahora me dan pena.
Los gatos son mejores de lo que pensamos. A la gente le dio por los perros; encima por los perros de diseño; porque puestos a tener un perro, prefiero un chucho que me restriegue un hociquillo húmedo a un perro de estas razas que están de moda, que enseñan los dientes y dan miedo. Que matan incluso. Claro que los que matan no son ellos, son sus dueños, irresponsables; nunca acabo de entender, para que se quiere un perro capaz de matar?. Es como tener un arma; si no la piensas usar?, para que la quieres?. No es mejor no tenerla?
Los gatos son mejores, no se de ningún gato que haya matado a un niño; no se prestarían a eso, son mas suyos; no podríamos enseñarlos a matar, ellos tienen su opinión al respecto.
Si, arañan, se revuelven, pero no matan, solo dejan marcado su espacio; te advierten; “hasta aquí puedes llegar”…luego se van por la ventana; porque son libres; los perros no; los perros son esclavos; de nuestras manías, de nuestras pasiones, de nuestros miedos. Los gatos no se prestan a nuestros viles juegos, los gatos escapan, se van, cazan palomas y gorriones, pero huyen de los niños; no mueven el rabo, solo lo estiran y se restriegan y sonríen a su manera, que es restregándose contra las piernas.
Ocurre igual con los canarios. Antes, en mi tierra siempre había un canario colgado al lado de la puerta de las casas. Ahora solo ves bichos raros. Cotorras, loros, estridentes de color y de sonidos; agresivos, encerrados…no me gustan los loros, ni las cotorras. Me gustarían en su medio, en su selva, en sus árboles. Los canarios casi no saben vivir en libertad; las cotorras si…prefiero los canarios…y los gatos. Tuve mucho tiempo un camaleón; era delicioso, no había que ocuparse de el. Autónomo, infatigable y seguro; se movía despacio, cada paso, era estudiado con esos ojos capaces de mirar a cualquier lado, ahora mi hijo tiene una pitón; insensible; ni te mira; solo quiere su ración de ratones. El gato juega con ellos, se divierte, antes de matarlos.
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