Ella está esperando, solamente se limita a esperar. Espera la llegada de su príncipe azul, o la aparición de una rana fiel a quien besar, y así calmar su necesidad y cumplir con sus expectativas de un amor rebuscado.
Ella está observando, simplemente está observando desde afuera los detalles del juego. Fijándose los malos movimientos y las buenas tácticas y estrategias para adornar un sentimiento.
Ella cava día y noche en sus pensamientos, buscando a alguien que sea un espejo, un reflejo de lo que ella es, o al menos, aspira ser.
Ella teje, teje ilusiones con preconceptos e imágenes vendidas para formar un bello modelo del amor.
Ella llora, derrama sus penas sobre sus mejillas que buscan la respuesta a una pregunta retórica. Luego, ella barre, barre la suciedad de su conciencia y se resigna a pensar que siempre un resto va a quedar allí.
Ella vuela, navega por el cielo dibujando con nubes grises su futuro desesperado.
Ella simplemente esta ahí, parada, pensante. Esta tramando su mejor decisión, deliberando seriamente si debe atravesar esa puerta o no.
Y yo... yo estoy detrás de esa puerta, aguardando a que ella cruce, y así, poder clavarle un cuchillo de seda y hacerle entender que ella es una dama de ajedrez. |