Soy investigador avezado
analizo el sabor de sus besos,
sé cuando vienen mezclados
con el licor agridulce del desdén,
son besos cargados de nostalgia,
sospecho, trato de encontrar el arma
y también el cadáver de ese beso.
Palpo sus manos, quiero pruebas,
alguna ligera palpitación,
cierto pensamiento que se fuga
a través de la azul filigrana de sus venas,
me sacude el hielo entre sus dedos,
me espanto ante la sombra de un sollozo.
Un beso dulce, prolongado,
deja huellas en mi alma, no,
no debe descubrirme, oculto pruebas,
disimulo, no debe siquiera intuir que la amo,
no quiero ser su esclavo, me escabullo.
En el escenario de los hechos
yace el cadáver mutilado de una frase,
te amo- dice ella y se entrega sin remordimientos,
las pruebas son tajantes, devastadoras,
el verdadero culpable es su corazón,
criminal desaprensivo que cayó en la trampa,
en la sutil trampa tendida por mis besos…
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