Kurt Cobain diez años después : Toda generación necesita sus mitos
Cada generación construye sus mitos. Tal vez sean cuestionables y seguramente no son para todos; pero ahí están y mil argumentos racionales no bastan para hacerlos caer. Ni tienen por qué, las razones adultas no pueden con los mitos adolescentes.
Kurt Cobain no era un virtuoso. No tocaba la guitarra como su coterráneo Hendrix, su voz no alcanzaba el tono lírico de la de Freddy Mercury, ni los discos de Nirvana demostraban el cuidadoso trabajo de producción de los álbunes de Pink Floyd. Tampoco era esa su intención. Al flacuchento y siempre ojeroso muchacho de Seattle no le importaba la técnica. Tocaba a punta de tripas y corazón ; por eso él, tan débil y tan triste, se veía inmenso sobre el escenario ; por eso cualquiera puede tocar en una guitarra de palo los tres acordes de sus canciones ; por eso nadie puede tocarlos como él lo hacía.
Eso lo convirtió en leyenda. El tipo que le devolvió al rock la esencia que hace rato se había perdido entre la técnica de los músicos de conservatorio y el glamour millonario de las superestrellas, era un tipo como uno, aburrido del colegio como uno, solitario como uno, que sufría como uno y tenía los mismos pensamientos atormentados que uno puede tener a los dieciséis, a los dieciocho, a los veintitantos años. Sabía llorar suave y gritar con rabia, tuvo tres años de fama, una hija de ojos azules y una esposa a la que quiso mucho. El 18 de noviembre del 93 grabó en Nueva York el concierto acústico que le calló la boca a los que todavía estaban tan sordos que aún decían que Nirvana era ruido. El 4 de marzo del 94 tuvo una sobredosis en Roma y se llegó a decir que había muerto.
El 8 de abril, este Jueves Santo serán diez años, lo encontraron muerto de verdad en su casa de Seattle. En el funeral, su esposa nos leyó a todos la carta suicida. Él decía “el peor crimen es fingir”, ella dijo “no, el peor crimen fue dejarnos” estamos de acuerdo con los dos. Ese momento no lo olvidaremos.
Que aleguen lo que quieran, a los viejos les da vergüenza escribir sobre sus ídolos y a los jóvenes aún les falta encontrarlos ; Kurt Cobain fue el estandarte que escogimos. Fue la voz atormentada que nos hizo saltar y cabecear y nos acompañó en las tardes tristes de los noventa. A veces aún lo hacemos. Con las luces apagadas es menos peligroso.
Kurt Cobain diez años después
Este Jueves Santo recuerda a quienes murieron por ti
Si uno dice que la voz de una generación fue un rockero desgarbado que tocaba canciones cortas y casi siempre muy sencillas, ellos probablemente se molestarán. Dirán que no se identifican con él, que qué va. Tampoco propondrán otro nombre porque no lo hay. Porque mientras tanto ellos escuchaban la música de la radio y ya ni siquiera la recuerdan y si la recuerdan no quieren escucharla más. Es tiempo pasado. Han madurado. Ya no están para esas cosas ni para ninguna otra.
Pero pregúntele a cualquiera de nosotros y verá que en los noventa todos estábamos locos por Nirvana. Tratábamos de saber todas las canciones (con esas canciones aprendimos a balbucear en inglés) y buena parte de nuestras conversaciones se dedicaban a un juego de trivia sobre la banda. Por eso no olvidamos. Por eso recordamos palabras como “Aberdeen” (el pueblo donde, hijo de una secretaria y un mecánico, nació Cobain el 20 de enero de 1967) “Whiskah” (el río donde hay un puente que fue la casa de Kurt cuando a los doce años empezó sus correrías de adolescente perdido).
Por eso sabemos que en 1985, Kurt dio con Krist Novoseli, un muchacho de origen croata con el que cuatro años después sacaría Bleach, un álbum oscuro que parecía mezcla de Sex Pistols y Black Sabbath, y seis años después, le daría vuelta al Rock ’n’ Roll y con el que seguiría tocando por el resto de su vida.
Esa revolución, la última gran revolución de la música hasta ahora, tiene fecha propia, 24 de septiembre de 1991. Ese día fue lanzado Nevermind un álbum de doce canciones (pregunte, se las podemos decir en orden y de ñapa le podemos decir que el bebé que nada tras un billete de dólar se llama Spencer Elden) donde., junto al baterista David Grohl, Cobain y Novoselidemostraron que existía otra manera de hacer Rock, que también se podía hacer música sencilla y honesta en medio de un panorama dominado hasta entonces por cantantes bien parecidos, mega-virtuosos de la guitarra y demasiadas rubias voluptuosas en convertibles rojos.
De un día para otro su trabajo fue reconocido y Kurt Cobain, un tipo a la larga débil y sensible, lo tenía todo y si él lo tenía todo cualquiera podía tenerlo. Sólo que tenerlo todo es no estar alegre y nosotros tampoco lo estábamos. Pero la música de Kurt y eso que se nos notara la soledad y la falta de alegría y entonces supimos que en cada barrio, en cada colegio, éramos varios. Por eso lo queremos tanto, por que fue la voz que nos hizo encontrar a nuestros amigos, a nuestro pequeño grupo que, como dice la canción, siempre ha sido y siempre será hasta el final, porque con Nirvana creamos un código que nos sirvió para armar parches y porque uno con los amigos, a la larga sufre menos y sonríe más. “Estoy feliz porque encontré a mis amigos” dice Lithium y esa es una frase incuestionable.
Pero el salvador nunca se salva. Todos sabíamos que Kurt sufría, que la úlcera se lo estaba tragando, que tenía problemas con su adorada Courtney. Todos sabíamos que Kurt estaba llorando mucho y por eso todos lloramos cuando el 8 de abril del 94 (qué curioso para un mesías, los diez años caen un Jueves Santo) el electricista que iba a reparar la alarma lo encontró muerto en su casa de Seattle.
Gary Smith (el electricista), 27 años (la edad de Kurt) Frances Bean (su hija, que ya debe tener doce años) , In my life (la canción de los Beatles que más le gustaba a Kurt) ; podríamos seguir diciendo datos por horas, pero es mejor reunirse con los amigos y colocar los discos de Nirvana y recordar, más bien, los hechos de esos tiempos.
Nos dijeron, por supuesto, que el grunge era una moda, que vendrían otros como Kurt, que un par de meses después ya no nos emocionaríamos al escuchar los inconfundibles acordes que dan inicio a “Smells like teen spirit”. Estaban equivocados. Van diez años desde entonces. Ellos siempre se equivocan.
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