Desperté de mi calida siesta,
El sol acariciaba aun a las nubes, mientras la brisa las acompañaba más allá de lo que mis pasos permitían.
Era hermoso tomar conciencia, dejar atrás lo onírico de esa forma, junto a mi un cangrejo se paseaba sin que mi presencia le turbase, haciéndome en ese preciso instante mucho más pequeño.
No le importaba nada a todo lo que me rodeaba, sin mi la imagen continuaría siendo el mismo.
El sol estaría a la misma altura, las nubes seguirían su curso acompasado por la brisa y aquel minúsculo cangrejo acabaría llegando al mismo lugar al que se dirige.
Ahora mientras enciendo un cigarro a mi mente llega el recuerdo de un tiempo no muy lejano, cuando sentí por primera una sensación parecida y fue cuando decidí escapar de todo.
Caminaba por una calle y comencé a observar todos los edificios que me rodeaban, cientos de ventanas y balcones con luz y sin ella, centenares de agujeros de gusano que conducían a mundos fantásticos e inexplorados, mundos separados por débiles tabiques de ladrillo y ante ellos, yo, mis sentimientos y pensamientos eran ajenos a los habitantes de los otros planos, poco importaba que llorara o riera su vida continuaría paralela a la mía sin que su camino cambiara de rumbo.
Tan cerca y tan lejos.
Comprendí que no era mi sitio, era un individuo entre millones, no era importante para nadie, como ahora pero con una sustancial diferencia , mi vida en aquel lugar no lo había elegido yo, en cambio ahora si.
Realmente no fue nada fácil tomar aquella decisión.
Difícil y doloroso, Pero como todo en la vida gracioso.
Difícil, porque siempre se tiende a pensar en las cadenas que la sociedad te impone y se anteponen a tus necesidades primarias, Las obligaciones que subyugan tu libertad y que sino haces no eres una persona normal, lo que peor llevé fue dejar el piso que había comprado, años y años de ajustarme el cinturón destruidos, desintegrados por un simple portazo.
Tan difícil como gracioso.
Doloroso, porque una vez tomada la decisión y vagar sin rumbo, comprendí lo mezquino de todo, lo cruel que era el mundo que habíamos creado, como una evolución desevolucionada y eso me rompió el corazón.
Doloroso y gracioso.
Una vez acabado el primer paso recogí hasta el último céntimo de mis ahorros y comencé a buscar el lugar donde realmente no quería ser nadie.
El azar jugó más que nunca de mi lado, como si algo que estuviera más allá de mi compasión hubiera visto una esperanza en mi comportamiento irracional.
Una llamada, una conversación y me encontré en el aeropuerto esperando mi avión hacia un lugar que me esperaba para ignorarme tanto como desde donde partía, pero esta vez, solo por una en la vida, porque era donde yo quería estar.
Una sombra, un lugar, un desconocido.
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