El mundo se está acabando y sigo tan fresco. Vientos fuertes avanzando por Sotavento. Agua que brota de todas partes, menos donde debe. La vida en El Monstruo sigue su curso. Fui al saloon vaquero en que se ha convertido el Oxxo del barrio a leer el periódico, cubierto por la madrugada eléctrica.
El Monstruo, leo, tiene los intestinos constipados: lluvia suficientemente abundante provocaría inundaciones de aguas negras en el Centro y Oriente de la ciudad que podrían llegar a los tres metros de altura.
El sindicato de la Real Compañía de Luz y Fuerza del Centro, sigo leyendo, que está encabezado por el Barón Sinchaveta, anuncia que no hay dinero para actualizar la obsoleta infraestructura de El Monstruo y que un apagón de magnitudes catastróficas está por ocurrir si no hacen nada; también anunció el Barón Sinchaveta que la electricidad es un bien de todos los mexicanos, tenochcas, cuextecos y demás, por lo que se opuso con todas su energías (sin ofender) a que se privaticen o siquiera a que el Capital Privado entre al rescate. Bien podrido o bien vendido is our motto.
Anoche tembló, avisa el diario, es nomás pa que no se les olvide que vivimos en zona sísmica.
¿Qué sigue? ¿Plagas de langostas asolando las áreas verdes que quedan? ¿Terrorismo? ¿Levantamientos de güeyes estilo Sinaloa? ¿El Chopo reunido en pleno para repudiar al reggaeton? En las páginas de atrás se ve que un motín popular tuvo lugar en el Piri por culpa de un chimeco que le pasó encima a una señora y a sus hijos, reventándolos en el proceso. La gente puso barricadas, quemó algunos autobuses chimecos, gritó durante unas horas y se regresó a sus casas, al día siguiente todo volvió a la normalidad. Hasta los chimecos que fueron quemados siguieron dando servicio y nadie notó algo raro con ellos, pues los asientos seguían igual de cómodos y el olor era básicamente el mismo.
Yo, enmuinado, fui a comprar un café americano y cuando me lo serví regresé todavía más enmuinado. Me habían pedido que escribiera un cuento de terror, pero la verdad no tenía ánimos para competir con la realidad. Esta ciudad de cuarta vive mirando el cañón de la pistola, esperando el momento en que sus sufrimientos habrán de acabar.
El Oxxo, que está justo debajo de la obra apocalíptica de un genio malvado, rebosaba de gente a la 1 de la mañana, me terminé mi café, que me supo más malo que nunca. Miré a la cafetera y percibí que seguía brotando café a pesar de no haber granos a la vista. ¿De dónde sale esta bebida diabólica...?
¿Bebida diabólica? ¡Eso es! Almas en pena, condensadas mágicamente, son aprovechadas por las transnacionales... &
El cuento había llegado. |