En el país al revés, cuando uno quiere, nunca lo quieren y si lo quieren mucho, uno, por vivir en ese mundo quiere cada vez menos. La ilusión se paga con su contrario, la desilusión, y si alguien se hace esperanzas con lograr algo de tu persona, obviamente no se lo das. Cuando te hacen un regalo costoso, vos no regalás nada y al que nada te da, hipotecás tu alma y se la das sin que deba pagar ningún interés de por vida.
No es tu voluntad la que rige, algo mucho más poderoso es lo que domina, son leyes no escritas que preconizan ir en contra, se trate de lo que se trate.
Existen otros ejemplos de la vida cotidiana en este lugar tan “contrario”. Si trabajás mucho, te pagan poco y, por supuesto el que no hace nada se llena de oro; la decencia es un valor poco cotizado, por eso el decente está rodeado de deshonestos; al tranquilo lo pasan por encima los violentos sin causa; al enfermo que está necesitado de tanta protección, se lo desampara irremediablemente; cuando cualquier habitante, después de mucha reflexión, dice por fin sí, le contestan, portazo en la cara mediante, con un rotundo nooo.
El día que uno decide vestirse de blanco, hasta el clima, para no desentonar, se disfraza de tormenta y tu hermoso traje blanco termina todo manchado de barro. El día que te vestís de negro y te calzás las botas de goma, pues negros nubarrones amenazan con una torrencial lluvia, a las once de la mañana, en pleno centro de esta extraña ciudad, tus botas hierven y tu negra ropa te quema. Ha salido un sol esplendoroso.
Corolario: un día te cansás y decidís irte, harto de soportar tanta guerra, justamente en ese momento, sale un decreto que impide a los ciudadanos salir del país. Ya que te tenés que quedar, te vás a gastar tus ahorros, ésos que ganaste con tanto esfuerzo y pensás: “Vida hay una sola”, aunque sea me voy a recorrer este país, aunque mi decisión era otra, tal vez en otros pueblos no se note tanto la resistencia. Pero ese día te dicen:"No toque su plata, no puede, debe dejarla guardada”.
Te llega la resignación o no, eso depende de cada uno y te conformás, aunque parezca lo contrario, valga la paradoja, ya que salís a la calle vestido de bronca y con una cacerola en la mano.