En el tiempo transcurrido que llevo sentado aquí, en el cuál he contemplado la transformación de aquellos huevos transparentes posterior a su llega hasta éste lugar producto de la constante corriente del canal el cual sirve de transporte, en pequeños espermatozoides negros (y transtornados al parecer puesto que colisionaban entre ellos de vez en cuando); he aprendido que tal vez el caos, que se tiende a asociar junto con las acciones propias de la madre naturaleza, es más bien compinche de la razón, principal motor de la instauración de un orden que se contraponga a la concepción del orden instaurada por un tercero, provocando la discrodia entre los órdenes que ansían ser el único orden imperante.
Es por ello que mi amor al caos me motiva a levantarme, putear al arroyo por el tiempo perdido y conducirme hacia la gris metrópolis de la cual me había escapado años antes. Lamentablemente, dado el paso número mil cientocatorce un cataclismo de mucha magnitud puesto que los cataclismo poseen magnitudes altas según tengo entendido, agitó la zona provocando que la tierra me tragase, afortunadamente, junto con la ruidosa metróplis que en medio del caos natural se había tornado mucho más ruidosa y artificialmente caótica.
Al dirigirme hacia ella, ya dentro tierra, me percato que no sólo el agitamiento produjo mi acercamiento instantáneo a la ciudad, sino que también trajo consigo al arroyo que había abandonado mil ochocientoscuatro pasos antes y con ello a mis minúsculos ex-acompañantes.
-¿Porqué sueles tener problemas de escritura?
-Es que por culpa de ustedes no podía enchufar la máquina de escribir en donde estábamos.
-Pero miranos ahora, estamos juntos y rodeados de enchufes.
Entonces intento, pero nada resulta, le pregunto a un transeúnte rojizo que deambulaba por allí y me menciona que cuando ocurren estos eventos que ellos califican de catástrofes suelen suspender el suministro de electricidad, pero luego yo le hago entender que disponemos de un arroyo el cuál podría proveernos de aquél sustento de apariencia caótica pero restringida a sus leyes y ecuaciones y logaristmos o como se llamen, luego él me indica que dicha cantidad de hidrógeno oxidado es insuficiente para satisfacer las exigencias de una enorme y gris metróplis, luego yo le digo que el agua no es un compuesto oxidado puesto que no sé pero lo oxidado se ve cafecito y el agua no es cafecita si no transparente y que además la ciudad ya no es gris puesto que al estar bajo tierra y por ende privados de luz, está no ejerce su efecto que no me acuerdo como se llama pero que define la pigmentacion y que por ende nuevamente, todo es negro, entonces el me reprocha mi supuesta contradicción el que yo me haya referido a él como rojizo y entonces nos marchamos por direcciones opuestas mientras tropiezo una montonera de veces pero no me importa porque a él lo oigo tropezar también.
-Actinismo parece- dice uno de los pejesapos al verme volver.
-¿Actinismo qué?
-Creo que ese es el nombre del efecto que mencionaste que ejerce la luz sobre los objetos, por otro lado, te equivocas, no te he visto volver, porque fuera de estar todo oscuro yo no tengo ojos.
-¿Y tú como es que oyes las conversaciones ajenas?
-Pero si hombre, no somos gusanos
-¿Y cómo es que asumes que soy hombre?
-Es porque no has dado a entender el sexo que posees, entonces automáticamente, por defecto y por pereza, consideramos que eres un narrador masculino.
Consciente entonces de no tener voz y de que mi poder que se encuentra mucho más allá de las ideas de vida, muerte, dioses, bien, mal, orden y caos, bueno, no tan allá, decido decretar el malévolo y arbitrario fin. |