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Moon

Apareció sin más, como por arte de magia, aunque si es cierto que él ya estaba ahí y yo aun no me había fijado. Alto, delgado pero con un cuerpo atlético, como a mi me gustan. Su mirada era profunda, alegre, rebosaba vida, sus ojos brillaban con si un farol lo alumbrara constantemente.
Yo acababa de desembarcar del hippie, el barco de un amigo que hacía honor a su estilo de vida; era la fiesta de la Virgen del Carmen y todos marineros se habían echado a la mar con sus barcos para acompañar a su patrona. El también lo hizo...desembarcó de la tortuga , un velero precioso que estaba amarrado justo enfrente del hippie.
Nos presentamos y estuvimos un rato conversando. Averigüé que había decidido tomarse un par de años sabáticos y que esto le ofrecería la oportunidad de decidir su futuro, era ingeniero y desempeñaba el puesto de ejecutivo en una multinacional y su atracción por el mar le había conducido a tomar esta decisión.
Tenía una clase impresionante y parecía culto e inteligente..aparentaba ser el tipo de hombre que nos gusta a todas las mujeres, con un aire informal pero romántico, de apariencia seria pero divertido y aunque inicialmente no me pareció guapo me atrajo de él su pelo canoso y su sonrisa, sus buenos modales y su voz cálida, serena , penetrante.
Yo por el contrario o quizás al igual que él había tomado la decisión de dar por finalizada una etapa de mi vida a la que le había dedicado doce años de mi vida... La música. Y digo por el contrario, porque esta decisión no vino apoyada por el hecho de tomar otro camino alternativo, sino por acabar, por concluir o por cerrar una etapa sin más.
Pero no voy a hablar de mi vida, ni de la suya, solo quiero hablar de esas situaciones que te hacen estremecer, sentir que estas vivo, que te hacen valorar la vida que llevas..., con las que aprendes.

Después de aquel 16 de Julio, nos vimos por casualidad alguna vez, sin ninguna pretensión y aunque me atraía su personalidad, no lo conocía lo suficiente como para pretender algo más, eso sí, me sentía a gusto y disfrutaba de su compañía , cosa que en estos tiempos que corren de liberación es cada día mas difícil de encontrar sin llevarte algún chasco; No quiero decir con esto que no existan personas agradables, solo hago hincapié en la dificultad.

Por aquella época él tenía prevista una travesía de un año por los maravillosos mares del Caribe, lo que significaba que esta nueva relación de amistad se vería distanciada por el tiempo y las millas que separan a los dos continentes. Y así fue, hicimos la despedida de la tortuga y de toda su tripulación una noche cualquiera del mes del Septiembre, con una cena y después con unos cuantos bailes. Por la mañana... la despedida. Me regaló un libro de Ken Follet, Los pilares de la Tierra, él tardo un mes en leerlo, yo, un año. Y ahí quedó todo, casi me dio pena, pero al mismo tiempo sentí una alegría enorme porque estaba cumpliendo un sueño, sabía que esto le hacía feliz y a mi también me alegraba.

No volví a saber nada de él durante un año. Ese tiempo lo dediqué a mi vida, a mi trabajo a mis amigas, salía con ellas, me reía, nos divertíamos, pero ocurrieron cosas que marcaron nuestras vidas.
A veces te enfrentas a situaciones que son pruebas determinantes y que te hacen plantearte un camino diferente.

Tengo cuatro amigas estupendas, fantásticas, maravillosas, para mi, lo mejor. Todas teníamos parejas, formábamos el quinteto perfecto, éramos capaces de sostener nuestras relaciones sentimentales y mantener nuestra amistad por encima de todo.
Nos ayudábamos entre todas y además hacíamos terapia de grupo , así lográbamos canalizar las energías negativas y las convertíamos de alguna manera en positivas.
Hicimos un pacto de amistad cuando tan solo éramos niñas y aunque es difícil de creer, ya han pasado más de treinta años y aun lo mantenemos.
El hecho de quedar las cinco aunque solo sea una vez al mes o cada dos o inclusive cada tres, era como si te metieses un chute de energía, y ese día amanecías ya con una sonrisa y sabiendo que ibas a liberarte de toda la carga pesada que vas acumulando día tras día por la monotonía del trabajo y las otras cuestiones personales o impersonales que te van angustiando poco a poco.

En Brasil, se dice, se cuenta, que hay un duende que se encarga de hacer travesuras, diabluras y que aparece de vez en cuando en las vidas de las personas, cambiando el ritmo de las cosas y modificándolo todo a su paso, este duende se llama Saseperere....y yo creo que atravesó el continente sudamericano y se pasó al europeo durante ese año, apareciendo en nuestras vidas marcando nuestro destino como por arte de magia.
Aunque ninguna llevábamos una vida perfecta, teníamos bien aceptada nuestra situación y lo mejor de todo es que éramos capaces de sobrellevarla sin problemas.
Pues bien, ocurrió, cuatro de las cinco dejamos a nuestras parejas, relaciones que oscilaban ya entre los 16 y los 18 años de convivencia. Que pasó? No lo sé. En este año obtuvimos un valor y una fuerza que fue capaz de girar nuestro mundo.
El Saseperere se fijó en nosotros y pensó ¡ os ha tocado! Pero no fue fácil, estábamos realmente preparadas para dar el salto?
Del tiempo salió la respuesta...
Esto fué un hecho inalterable que condujo a nuestras vidas al camino del aprendizaje.
Aprendimos que la vida no se desenvuelve en una nube de color de rosa, aprendimos que los hombres y las mujeres somos guales, que tenemos las mismas preocupaciones, las mismas inquietudes, aprendimos que el amor no es una obligación , es un privilegio, aprendimos sobre todo a darnos cuenta de lo que no queríamos y aprendimos el concepto de la palabra libertad.
Todo ocurrió muy rápido, como si el reloj de nuestras vidas se hubiera acelerado de golpe y a propósito para darnos tiempo a aceptar nuestro destino. Firmemente creo, que las cosas no ocurren por casualidad, que todo el camino que debemos de recorrer, está trazado en algún mapa y es este el que marca, la salida , el recorrido y la meta final en nuestras vidas.
Algunos encuentran este mapa y les sirve de ayuda, otros por el contrario no lo encuentran nunca, y dedican parte de su vida a encontrarlo. Yo formo parte de esto ultimo.
No es fácil aceptar los cambios que son drásticos, pero tampoco hay que temerlos, a veces son un riesgo pero quien de vez en cuando no arriesga es que no va en busca de una suerte diferente. Y a la suerte hay que salir a buscarla, aunque si es cierto o por lo menos yo lo creo así , que con la estrella se nace.
No es mi caso, soy de las que la busca, pero confieso que aunque a veces arriesgo, también tropiezo constantemente y mis caídas dejan heridas en mi piel que tardan mucho tiempo en cicatrizar.
Para mi fue una suerte que el Saseperere me tocara el hombro y me hiciera una de sus elegidas.
En realidad no soy muy exigente, para ser feliz solo necesito un poco de cielo azul encima de mi cabeza, un viento tibio y la paz de mi espíritu que aunque esto solo lo consiga en determinadas ocasiones, es un motor de ayuda para poner en marcha mi corazón.

Por fin acabé el libro de Ken Follet, lo hice mientras estaba navegando con unos amigos por las costas del levante mediterráneo; cuando ya estábamos entrando por la bocana del puerto, Angel recibió una llamada de teléfono y al colgar anunció que Miguel estaba de regreso, después de un año de ausencia hizo su aparición por el puerto al mismo tiempo que nosotros, pudimos ver como amarraba su barco al muelle de espera, pero con una diferencia, no patroneaba al Tortuga, era un barco diferente. La curiosidad y las ganas de verlo y de que nos contase su aventura nos desbordaba a todos.
Por fin hicimos firme y desembarcamos, ahí estaba él, no había cambiado, su expresión era la misma, la luz de sus ojos también pero había un rasgo diferente en él, su ilusión y sus ganas de vivir aún eran mas fuertes y su personalidad parecía estar más definida, sentí al verlo que su decisión de cambiar había sido un acierto y que encaminaba su rumbo con seguridad.
Había cambiado de barco, decidió que navegar en un barco propio le daría la oportunidad que él andaba buscando.. después de lo del Caribe se marchó a Grecia, allí encontró al que sería a partir de ese momento el fiel compañero de viaje en su nueva vida...El Moon.
Recuerdo la emoción que le invadía en ese momento, parecía conforme, tranquilo, sosegado, la palabra que mejor lo definiría era feliz, feliz de sus actos de sus decisiones, lo sentí apasionado. Me presentó al Moon y cuando bajaba los escalones que me llevarían al interior del barco, percibí el olor a la madera viva, sentí la química de las cosas que se atraen, me fascinó por el flujo de energía positiva que emanaba de él, sencillamente .. me embrujó. Me invitó a una copa de licor griego mientras me contaba sus aventuras y a veces no tan aventuradas travesías, pero lo que más me llamó la atención o quizás solo me sorprendió fue el comentario que hizo de la posibilidad de fijar su residencia y su lugar de trabajo aquí, en mi ciudad, a mi lado y no digo esto por nada en especial aun, sino porque me impresionaba tanto su estilo de vida que pensaba que estar cerca de él , iba a aportar conocimientos y experiencias nuevas a mi persona, además, me caía bien.

No soy una persona tranquila, más bien inquieta, desde bien pequeña he sentido la necesidad de no perder el detalle de todo lo que sucede a mi alrededor, eso ha hecho que sintiera curiosidad por casi todo y por casi todas las personas. Y gracias a esta curiosidad que siento por la vida lo conocí a él.

Después de aquello, todo se tranquilizó, pasaron días, incluso meses y él aunque siempre andaba de aquí para allá parecía ir integrándose poco a poco, no nos veíamos mucho, de vez en cuando hacíamos alguna cena o comida en casa, bueno y hasta en una ocasión fuimos al teatro juntos, para mi era divertido, me reía con él y me ayudaba a olvidarme de esas cuestiones personales que no te dejan vivir bien, era un buen amigo.
Mientras tanto yo andaba librando la batalla que suponía una separación, no era un buen momento para nada; recuerdo que todo era confuso, no había nada claro, aun no acababa de tomar una decisión en firme, echaba para adelante y luego retrocedía como un cangrejo, no quería que la vida que tenía acabara derrumbándose, ya no quieres vivir más con esa persona, eso lo tienes claro, lo que me parecía injusto y no acababa de aceptar es que eso significaba que debía de romper con el arraigo de todas mis costumbres y que no solo se llevaba cosas materiales sino que se llevaba también mi juventud, mi madurez y parte de mi ser y esas cosas eran mías , no de él.
Pero es un trago amargo que se tiene que pasar y todo se tranquiliza en cuanto te das cuenta que lo único que se lleva en realidad son recuerdos.
Y aunque todo seguía confuso, fue pasando el tiempo y cada vez hubieron menos obstáculos en nuestra lucha; acabó marchándose de casa a un pisito nuevo que había comprado durante nuestra separación. Aunque después de su marcha lo volvimos a intentar, ya era un hecho que de nuestras vidas en común no quedaba nada .
Entre medias yo salía y entraba con mis amigas de aquí para allá, intentábamos divertirnos y nos apoyábamos en nuestra decisiones y por otra parte yo ya había empezado a fijarme en Miguel de otra manera. El ring sonó un día que lo llevé a ver el piso de mi amiga Tere, lo acababa de poner a la venta y quedé con él para enseñárselo.
El piso le gustó, pero quedó ahí la cosa. Después de aquello fuimos a tomar un café y allí estuvimos un rato hablando de nuestras vidas sentimentales, coincidíamos en todo, pretendíamos lo mismo, exigíamos lo mismo, queríamos los mismo, comencé a verlo de otra manera, era un hombre extremadamente sencillo, cautelosamente sensible, me sorprendía la dulzura de sus palabras y la seguridad de sus movimientos y sobre todo me cautivó su respeto por todo.
Cuando entramos en el coche para hacer el camino de vuelta, percibí el aroma de su piel, ups casi me tiro a su cuello para olerlo de cerca. Algunas colonias me excitan, se desata el lazo que envuelve la sexualidad en mi cuerpo quedándose todo al descubierto para volver a ser cubierto de nuevo.
En ese momento, no me hubiera importado nada que hubiese sido él el que lo hiciera, pero las cosas no van tan deprisa en realidad.
Luego nos vimos de forma corta en varias ocasiones, incluso me invitó a hacer un crucero de una semana en el Moon por la islas baleares, junto con su primo y algunos amigos.
Yo no acababa de decidirme, me atraía mucho la travesía, pero tenía miedo de que sucediera algo entre nosotros, pero por otra parte, él no había dado muestras de querer algo conmigo, así que lo pensé de nuevo y acepté.
La verdad es que una semana en velero cunde mucho, es como si se detuvieran los segundos del reloj y cada uno de estos se convirtieran en horas, es fantástico cuando la brisa cálida y el sol acarician tu cuerpo y lo es más cuando es el mar el que se encarga de refrescarlo.
La travesía entera la dediqué casi de lleno a meditar, me pasé todo el tiempo intentando liberar mi alma, llegué a fundir mi mente con los cuatro elementos y me invadió un sentimiento enorme de paz.
Miguel se portó como un caballero, me trató fenomenal, hubo un poco de todo, su primo era un encanto y sus amigos también, salimos a cenar, paseamos por la isla, navegamos por las calitas, fondeamos, nos relajamos, la música de Manu Chao se mostró como fiel compañera de nuestros ánimos, no hubo carencia de nada.
En esa época Miguel había decidido ya quedarse y trabajar con el Moon, le habían contratado ya para toda la temporada de verano y esto suponía que después de este crucero no lo volvería a ver otra vez hasta septiembre u octubre. No quería precipitarme, así que esperé tranquila y pacientemente, de todas formas solo éramos amigos y salvo la amistad, no nos unía nada mas, aunque yo me moría de ganas de besarlo, acariciarlo, de mimarlo.
Hablábamos a menudo por teléfono, la temporada se presentó con muchas dificultades en el barco, alguna que otra avería, desde tierra yo intentaba ayudarle en todo lo que me pedía, aunque no fue fácil debido a la distancia que nos separaba.
Mientras, yo continué con el ritmo de trabajo y con mi vida, pero anhelaba su presencia.
Cuando aparecía la luna, era inevitable pensar en él, la luna era como él, tranquila, cortés, amable y sobre todo iluminaba mis noches, era como cuando él me miraba, el destello de sus ojos se mostraba como la luz que alumbraba mi camino.
Pero yo continuaba confusa, a veces creía que me estaba engañando a mi misma pensando que él y yo algún día llegaríamos a estar juntos, sabía claramente que me había dejado llevar por la necesidad de afecto y de cariño y pensaba en determinados momentos que él podría llegar a dármelo, así que cuando me daba cuenta de ello, lo apartaba de mis pensamientos y me olvidaba de él.
El gozaba de plena libertad y de hecho era un rasgo en él que me gustaba, quizás porque yo también la quería, pero esto a la vez hacía que yo pensara que si me involucraba en su vida de alguna forma acabaría arrebatándosela, mi mundo era ya demasiado complicado y lo que menos quería era complicarle la vida a él. Así que ese verano en parte , me olvidé de él.
Aunque cada vez hablábamos más yo intentaba mantenerme distante, empecé de nuevo a verlo como a un amigo, como decía Chardonne ( Hay un secreto para la convivencia feliz con la persona amada: no intentar modificarla) y eso es lo que hice, dejarlo ser el mismo y no intentar cambiar nada de su vida, pues en el fondo, yo ya lo amaba. Además mi antigua relación me dejó un mal sabor de boca y pensaba que el amor entre un hombre y una mujer es el único amor que tiene consecuencias desagradables para ambos y empezar con otro nuevo amor me daba pánico. Así que me relajé, dejé paso al tiempo y disfruté del verano.
Fui a alguna fiesta en casa de Cris o de algún que otro amigo.
Las Feromonas de mi cuerpo parecían liberarse de forma espontánea porque a mi alrededor siempre tenía tres o cuatro hombres intentando pegarme un bocado y casi pego yo alguno también, pero el sexo es algo que aun puedo controlar, no me dejo llevar fácilmente por este impulso primario, es como si mi mente me dijera ¡párate, te estas equivocando! Y yo tonta voy y me paro, pero luego no me arrepiento e incluso me siento bien.
Siempre elegí a las personas que rodean mi entorno, por eso en parte no me dejo llevar de forma frívola por el sexo, en realidad me gusta elegir, no que me elijan y cuando esto ocurre no me gusta nada.
Pero si notaba que no estaba acostumbrada a la ausencia de este por tanto tiempo, 2 o 3 meses sin hacerlo era ya demasiado.
Así que cuando Miguel finalizó la temporada, yo ya parecía un volcán en erupción.
Llegó en octubre, me llamó y me dijo que llegaría de madrugada , así que hasta la mañana siguiente no lo vería.
Esa noche no dormí apenas, daba vueltas en la cama como un tiovivo, estaba deseosa de verlo. Por la mañana di un salto de la cama y me dirigí al puerto como una bala.
Cuando nos vimos, él me abrazó y me levantó en peso girándome por los aires como el que gira a un bebe para hacerlo reír..., me salía de mi misma, estaba moreno, el trabajo del barco se había encargado de definir bien sus músculos, se me presentaba como una copa de vino, un buen vino esperando ser degustado.
Me confesó que me había echado de menos, yo también lo hice, hablamos de nosotros y nos confesamos la atracción que sentíamos el uno por el otro, la química se había disparado, me sorprendió diciéndome que le gustaría intentarlo conmigo, pero solo cuando yo estuviera segura de mi misma y libre de cualquier vinculo anterior. Lo entendí y casi lo agradecí, de alguna manera se estableció un pacto entre ambos de respeto.
Mientras tanto solo buscábamos la diversión y el desahogo y lo conseguíamos estando juntos.
Un día habiendo pasado dos meses ya, me comentó que le habían encargado el traslado de un barco desde Barcelona a Alicante y me propuso el contratarme como marinero para ayudarle, ya que la travesía la iba a realizar solo y necesitaba que alguien le echara una mano. Yo no me sentía muy facultada para poder ayudarlo, porque aunque había navegado mucho, profesionalmente no estaba preparada, esto a él no parecía importarle demasiado y parecía confiar en mi y eso me animó, además el precio acordado era sustancioso y a mi no me venía nada mal, así que acepté.
Por otra parte era la primera vez que íbamos a estar cuatro días juntos y en soledad y la idea de hacerlo me ponía los pelos como escarpias. Así que hicimos las maletas y cogimos el tren que nos llevaba hasta Barcelona; una vez allí recogimos la documentación del barco y lo preparamos todo para partir, pero entre esas labores se encontraba la de repostar y la gasolinera ya estaba cerrada. Como era tarde e íbamos bien de tiempo decidimos que zarparíamos por la mañana temprano, así que salimos a dar una vuelta y luego a cenar; acabamos tarde y el cansancio del día y del viaje se hacía latente así que a dormir y hasta el día siguiente.
A eso de las 7 de la mañana me despertó, pusimos el motor en marcha y nos dirigimos a la gasolinera, repostamos y comenzamos la travesía.
Aunque era pleno invierno, amaneció un día con sol, inclusive en algún momento nos pusimos en manga corta, todo iba viento en popa; nos cambiábamos la rueda del barco cada 2 horas y así navegamos durante al menos 8. Sobre el mediodía y después de comer empecé a notar que perdía equilibrio y me mareaba y ahí empezó todo; durante 36 horas no paré de vomitar lo cual quiere decir que él no soltó la rueda del barco durante ese tiempo, a esto le acompañó el mal tiempo, el viento, la lluvia, el frío y él ahí sin soltar la rueda y yo ahí sin parar de vomitar. Yo estaba francamente preocupada por él, por su cansancio y él, lo estaba por mi. Su resistencia fue increíble y mi mareo también. Menuda ayuda le estaba prestando. Estuvo toda la noche al pié del cañón, aprovechando el viento que empujaba al barco por la popa. A la mañana siguiente me despertó diciéndome que a 100 metros de la proa había avistado a una ballena y aunque el cansancio de mi cuerpo casi me impedía incorporarme, el entusiasmo por verla podía conmigo, así de paso yo cogía la rueda un rato y él aprovechaba para comer algo y descansar. Nos dirigimos hacía ella y paramos el motor. No era una sino tres, median tanto como la eslora del barco, se fueron acercando curiosamente hasta nosotros hasta que estuvieron a 20 metros escasos del barco, la vimos perfectamente, fue increíble, me hubiera gustado acariciarlas, me sentía pequeña ante algo tan bello, tan inmenso, y al mismo tiempo me sentí privilegiada de verlas en su medio natural, en su estado puro; el mar emitía un sonido único casi imperceptible, era como el canto de una sirena que solo en el silencio absoluto se puede llegar a escuchar, una experiencia única.
Después de casi una hora observándolas continuamos, mi estomago no admitía el alimento y eso me debilitaba aun más, aunque empecé a coger la rueda no aguantaba mucho tiempo porque en realidad continuaba angustiada.
Llegó la noche y Miguel decidió debido a mi estado y a su cansancio que hiciéramos noche en el puerto de Moraira, a mí me pareció bien porque donde hay patrón no manda marinero y además porque ya no quedaban muchas millas de distancia para llegar a nuestro destino.
Cuando amarramos el barco nos dirigimos a una farmacia de guardia para buscar algún medicamento que aliviara a mi estomago. Debía de tener muy mal aspecto porque el farmacéutico estaba empeñado en que estaba embarazada y me preguntó varias veces que si estaba segura de que no; dejaría yo de saber que no? Por amor al arte de navegar no nacen los niños y mucho menos sin que suene la flauta. Miguel y yo nos miramos y nos reímos, era una situación divertida. Por fin empecé a comer algo, un poquito de jamón york con pan y una coca cola y mi estomago lo aceptó y lo aguantó. Caí en la cama como un bebe, él también lo hizo, no nos vimos las caras hasta el día siguiente.
Amaneció y los dos parecíamos estar mas recuperados, de nuevo nos pusimos en marcha, aunque yo continuaba sin admitir el alimento. A la altura de El Campello telefoneé a mi cuñado y le pregunté si nos podía conseguir un amarre en el puerto. Lo hice porque él se encargaba de estos menesteres. No hubo problema alguno, de hecho nos propuso comer en su casa un caldero marinero que iba hacer para la ocasión, a mi me pareció estupendo y a Miguel también, me entró el hambre repentinamente.
Cuando entramos en el puerto ya estaban allí mis sobrinos y dispuestos a lanzarnos los cabos para hacer firme el barco. Desembarcamos y nos marchamos a comer. Presenté a Miguel a mi familia, también estaba mi hermano Antonio, su mujer y sus hijos, casi todos. Mi hermana en realidad ya lo conocía porque Miguel le encargó que le confesionase las fundas del sofá del Moon y además yo ya la había puesto al corriente de mis sentimientos hacía él, de hecho ella me animaba a que me liara la manta a la cabeza y me echara al ruedo con él, así que cuando me vio lo primero que me preguntó fue: Que? Cuéntame, ya? Y yo recuerdo decirle : Ya? Si no he hecho otra cosa que vomitar, le dije... Ana, mi gozo en un pozo. Nos reímos.
El caldero estaba riquísimo, Miguel no hacía otra cosa que decirme, come un poquito mas de pescado, quieres más arroz? Y la verdad es que comí. Mas tarde, cuando habíamos disfrutado todos de tan suculenta comida fuimos a ver el barco, ya que como este venía del Salón Náutico de Barcelona parecía que esto fuese como una pequeña atracción para todos.
Miguel me confesó que le había encantado verme comer, durante la travesía se preocupó mucho por mi y para él era un alivio comprobar que me había restablecido, yo se lo agradecí y me disculpé por no haberle sido de gran ayuda, a lo que contestó, que el hecho de haber ido acompañado ya lo había sido. Yo pensaba: ¡menuda compañía y menuda ayuda! Así me sentía yo ¡Menuda!.
Por fin llegamos a Alicante, y con esto concluyó esta aventura. Quedamos en vernos al día siguiente y cambiar un poquito de aires.
Yo le propuse ir al autocine, hacernos unos bocatas y disfrutar de un par de películas de actualidad . Aceptó.
Se encargó de prepararlo todo, incluso llevó una mantita de lana por si pasábamos frío.
A mi lo del autocine me parece divertidísimo y la verdad es que parecíamos dos niños bromeando sin parar.
Comenzó la película “Los otros “ de Amenabar, un peliculón y nos mantuvimos atentos para no perder detalle, nos sorprendió a los dos el final y lo comentamos. Aprovechamos el descanso para cenar, que bueno estaba todo, nos sentó bien . Y luego comenzó la segunda película, yo empecé a tener frío y él me dijo.. Ven, siéntate encima de mi y nos tapamos con la manta, así lo hice, pero el aroma de su colonia y el roce con su piel comenzaban a excitarme, me rodeó la cintura con sus manos y apoyó su cara en mi hombro, yo me quería volver loca, mi cuerpo temblaba y no precisamente de frío, él pareció notarlo y me sujetó con mas fuerza, le confesé que me encantaba su aroma y me aproximé delicadamente a su cuello para olerlo, lo rocé con mis labios, dentro de mi se estaba desencadenando una tormenta, él se dejaba y yo no podía apartarlos, me di la vuelta colocando mi cuerpo enfrente del suyo y lo miré fijamente a los ojos, no me atrevía a besarlo pero apenas me podía contener, despacito y muy delicadamente me fui aproximando hasta que noté la humedad de sus labios refrescando a los míos, él me estaba correspondiendo dejándose llevar, nuestras manos actuaban de forma independiente, metí las mías por debajo de su jersey para sentir el tacto de su piel, era suave, tersa, mientras acariciaba su pecho, podía oír su respiración, era rápida y profunda, los cristales del coche estaban cubiertos de vaho por el calor que desprendían nuestros cuerpos. Tuvimos que parar, porque el sitio no era el lugar adecuado para dar ese tipo de espectáculo. Uff. La película ni la vimos,
Yo aun conservaba las llaves del piso de mi amiga Tere, y le pregunté si le apetecía ir.. me dijo que si.
Al llegar nos dirigimos al dormitorio y nos abrazamos y besamos, todo estaba envuelto por la dulzura. Sentí la timidez de una jovencita de 15 años mientras me desnudaba, seguía temblando, todo fue lento, sin prisas, yo disfrutaba solo acariciándolo, él besaba mi cuerpo lentamente, lo recorría entero como si estuviera dibujando un paisaje en él, me estremecía y el parecía notarlo. Su cuerpo era como un regalo que tenía que abrir, y lo hice, mi lengua necesitaba probar el sabor de su sexo, no quería parar, lo introduje dentro de mi y nos agitamos intentando hacer un cóctel de pasión, sentí que éramos solo uno, y noté por fin... el clímax.
Nos quedamos callados un rato, abrazados el uno al otro.
Luego el se levantó y me dijo que era un poco tarde y que debíamos marcharnos. Estaba serio, como preocupado, yo le pregunté, ocurre algo? No, me dijo, solo que es un poco tarde.
Al día siguiente debía coger un autobús, iba a ver a su familia y a pasar las fiestas con ellos. Tenia por costumbre hacerlo todos los años por navidades y ya estaban al caer.
Lo llevé al puerto, nos despedimos y así quedó todo.

A la mañana siguiente cuando me desperté, pensé si todo había ocurrido en realidad o si por el contrario solo había sido un sueño húmedo de esos que se tienen de vez en cuando.
La sensación que tenía no me gustaba .Había estado con un hombre del que no sabía nada, solo habíamos compartido alguna que otra charla, unas cuantas risas y algún que otro viaje, pero realmente de su vida, salvo que conocía su profesión y alguno de sus gustos, no sabía nada más.
Quizás en esta ocasión había sido yo la que se había dejado llevar por el impulso primario precipitándome, porque fui yo al fin y al cabo la que provocó que él y yo acabáramos haciéndolo. Y por otra parte, sus prisas por marcharse y su cambio de humor hizo que pensara que para él podía haber sido solo un capricho.
Pero bueno, en cualquier caso lo había disfrutado y le di un tiempo para averiguar si en realidad me estaba equivocando.
Pasaron dos días desde su marcha y yo no había tenido ninguna noticia de él. Recuerdo que estaba en el piso de mi amiga Tere ayudándole a limpiarlo porque había decidido volver a instalarse en él, cosa que me alegraba profundamente, en ese piso me lo había pasado siempre genial y ninguna de las cuatro queríamos que lo vendiese, además en realidad nunca estuvo segura de querer hacerlo. Teníamos el disco de Lunas rotas de Rosana puesto, la música es algo que siempre me quita los malos pensamientos de mi cabeza y la verdad es que no dejaba de hacerlo. No podía apartar de mi cabeza la imagen de los dos haciendo el amor y la rabia que en realidad eso me producía, así que cantaba mientras limpiaba. De repente sonó el móvil, la llamada era de Miguel, las manos me temblaban, por no hablar del corazón, parecía un tren en marcha, descolgué y escuché.. ¡ Hola!, le contesté igual, qué haces? Me preguntó y le conté que estaba en el piso de Tere ayudándola a instalarse, Y a ti?, que tal te va todo? Bien, te he echado de menos .- me dijo. Yo más le contesté. No te he llamado antes porque no he podido, ya sabes, después de descansar del viaje empiezas a quedar con todo el mundo y no te queda mucho tiempo para estar a solas un rato, pero ahora lo estoy y me apetecía hablar contigo, saber de ti. Me siento un poco rara.- le conteste. Y bajando aun mas el tono de voz me dijo: Nunca había hecho el amor de forma tan cálida, me gustaría que estuvieses aquí, a mi lado, para poder enseñarte mi ciudad, está preciosa, casi tanto como tú. Se me cayó el alma a los pies, le contesté: a mi también me gustaría estarlo. Estuvimos hablando media hora larga, parecía como antes y en realidad lo era, ya podía estar tranquila, no había sido solo un capricho, significó lo mismo para los dos y realmente era aliviante.
En el amor no debería existir la prisa.

Había recuperado la ilusión por esta nueva relación, pero en el fondo aun era demasiado temprano para empezar de nuevo. Se estaba disparando dentro de mi la pasión, pero no nos engañemos, es algo que existe al principio pero que después y no se sabe el porque desaparece, algunos dicen que dura 3 años, otros que solo unas horas, y la verdad es que no quería engañarme a mi misma dejándome llevar por ella.
Pienso mucho las cosas, tal vez por el miedo que tengo a equivocarme. Me encantaba sentirme apasionada, pero yo no deseaba a Miguel por haber pasado una noche con él, lo que deseaba de él era su compañía, lo admiraba profundamente por el tipo de persona que aparentaba ser y seguía pensando que en todas las cosas de la vida se puede encontrar el placer si se saben saborear, y yo quería saborearlo despacio, sin prisas.

Fin

Texto agregado el 15-11-2007, y leído por 173 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
08-12-2007 Mis****** terref
17-11-2007 Me ha gustado mucho leerla, esta escrita de forma muy natural, como si explicaras parte de tu vida. No me ha costado nada seguir el interesante hilo de la trama. Me ha sorprendido la utilización de la palabra "rueda" en sustitución de "timón". El texto encierra (creo) vivencias, ternura, sentimiento...En definitiva, me ha gustado mucho, felicidades. Un saludo de SOL-O-LUNA
15-11-2007 Es muy bueno.*5 brutus
 
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