Caminaron senderos ocultos tras las sombras otoñales y ocres, al conjuro de vientos templados, y de hojarasca seca por alfombra; los guiaba la luz mortecina de ese sol moribundo y naranja que presuroso se ocultaba tras el intenso trajín de ese día, de pronto copó la luna el misterio anochecido y frío, su luz pobre pero sugerente, de amores y de recuerdos los llevó hacia el lugar ansiado y tibio, y se amaron tierna y ferozmente, se entregaron sin recelos, sus caricias eran himnos al amor pasión que ellos sentían, y así pasó la noche entre susurros y besos, con caricias y suspiros hasta el primer rayo de luz de un nuevo día.